LA PASION DE LA MIRADA

Julio Crivelli

La pasión es lo contrario a la acción. (La pasión de Jesucristo). Es un estado aparentemente pasivo. Pero alberga en sí el deseo, porque la pasión es también el apetito vehemente de algo o de alguien, la pasión de amor.

La mirada es nuestra primera referencia al Universo exterior e interior.

Desde que nos pusimos de pié, vimos el horizonte y el Mundo en su vastedad.

( el pié es la sede del alma en las mitologías. Edipo es el de los “pies inflamados” y Aquiles perece por una herida en el talón, igual que Quirón el centauro amigo de los hombres.  Porque desde el pie se yergue el Hombre y erguido, mira el horizonte y se distancia del animal).

Y al  mirar al otro, nacen la identidad y la alteridad.

La mirada del mundo produce admiración y terror.

La pasión y la mirada son coimplicantes. No hay mirada sin pasión ni pasión sin mirada. Y esta danza histórica genera el desarrollo infinito del Espíritu.

Yahve Dios, creado que fue Adán, modeló en arcilla todos los seres del Universo y le otorgó a Adán la facultad de ponerles un “nombre”. Recordemos que Yahvé Dios creó con la palabra, nombrando.

Nacía así el objeto de la pasión y de la mirada: el dominio del universo exterior e interior mediante el sometimiento a las leyes del alma. (psyche).

Ese día, en el Paraíso nació la Ciencia que busca el sentido del universo y la Metafísica que indaga el sentido de la vida. Y la Matemática y el Arte y la Poesía.

Pero pocos párrafos después, ese Dios caprichoso e incomprensible nos expulsó del Paraíso, precisamente por intentar saber.

Por eso nuestro destino es tratar de entender, de someter el mundo interior y exterior a las leyes de la conciencia, poniéndoles “Nombre “ a las cosas, a imagen y semejanza de Yahvé en la Creación.

Aunque sepamos que esto es imposible. Que cada creencia en un Paraíso, merecerá su correlato de expulsión.

Que toda sabiduría no es sino el fruto transitorio de un espejismo, una  ilusión, que no es vana, porque nos permite seguir en pié, mirando el horizonte, comprobando la existencia del alma y del yo, la dignidad de ser hombres, del Thymos como diría Platón.

Por eso la Filosofía, nuestra máxima ciencia, es  solamente un modesto amor al saber, como nos enseñara Sócrates.

La sabiduría es un estado que se alcanza por muchos caminos distintos, la Religiosidad, la Ciencia, la Metafísica, las Matemáticas ( que son otra metafísica?) el Arte y otros rumbos innominados.

Jamás debe confundirse el camino con el resultado.

Muchos recorren los caminos y sólo algunos llegan.

Dice Hegel que la sabiduría es un “pistoletazo en la conciencia”. Ya Heráclito nos hablaba de un “fuego” y de un “Rayo” ( To Kerannios).

Es un estado poético. Es lo más alto que nuestra naturaleza nos permite alcanzar.

Pero todos los caminos hacia la sabiduría parten de esa danza entre la mirada y la pasión.

El conocimiento (arte ) es el camino del espíritu que nace en las imágenes, es el camino de la Mirada, es la Pasión que estalla al ver, el impulso de entender   partir de la contemplación simple del Mundo que  aterroriza.

Es la organización de un mundo caótico según las leyes inexorables del tiempo y del espacio, que solo existen en nuestra conciencia.

(Por esto es que hay artes del tiempo, como la música y artes del espacio, como la pintura.)

(Todo el Arte es) Conjuro y Representación.

Desde el inicio, la mirada aterroriza. El terror es la pasión primordial frente al Mundo. Desde las cuevas de Altamira sabemos que la representación calma el terror. Allí nacen las artes plásticas y la geometría y las ciencias. Y también la Historia, que es una parte oculta de la poesía.

Conjuramos la Divinidad que no sabemos si existe y que no obstante, llevamos en el alma. La angustia de no saber el origen y la de no avizorar el destino.

Conjuramos una Voz del Cielo que nos ordena detenernos, a la vera del camino, una zarza ardiente, todopoderosa, que prohíbe toda representación.

Conjuramos con la  religiosidad, con la metafísica y con la aritmética, con la música y con la poesía. Se conjura lo que no se ve, mejor dicho, lo que está prohibido ver, porque la mirada es hacia adentro.

La Torah y  la Odisea, la Gnosis y la Comedia, son miradas hacia adentro, conjuros, viajes sin meta, caminos del alma que algunos recorrieron.

Y también, el canto gregoriano y Palestrina, el bajo continuo del barroco y Bach y Vivaldi y los músicos románticos que representaron la “noche oscura del alma”.

Guillermo Saavedra

Yo solo quería agregar, desde alguien que se siente un poco impostor por estar aquí, porque  no soy cantor, ni soy poeta. O soy poeta pero me cuesta cantarlo. Sin ser filósofo hay algunas reflexiones que anote, exactamente por no tener la memoria de una filosofante, que tiene que ver con la perplejidad que me causó la consigna inicial. En parte ya ha sido aclarada esa perplejidad y desmantelada a priori por Julio Crivelli, que tiene que ver con lo que yo percibía en esto de la pasión de la mirada, en el sentido de que yo me detenía más en el aspecto emocional, desbordado, romántico de la palabra pasión,  y no en otros aspectos que pueden atribuírseles, y la mirada, la he asociado, sobre todo por la manera en la que yo intento trabajarla, a través de mis  cuatro laboriosos ojos,  es cuando trato de capturar algo a través de la vista, y traducirlo en la página, a través de un poema.

Uno imagina la Pasión como algo emocional, sino tiene presente por ejemplo las pasiones del alma del  polifacético René Descartes que señalaba  ya a mediados del siglo XVII con lucidez  que, siempre que hay pasión, hay paciente naturalmente, y siempre que hay paciente de una acción, también debe haber por necesidad un agente, de tal modo pasión y acción son dos aspectos de una misma cosa, al caso que nos incumbe somos agentes de un mirar propio y podemos sufrir a su vez, de un mirar propio, o de un mirar ajeno. Recordaba también al mencionar a Descartes, que a la vez fue un formidable científico, de un laboriosísimo óptico con lo cual a través de su tarea y de las leyes  con las cuales revolucionó ese aspecto de la física, seguía recordándonos que la mirada está presente en el quehacer científico constantemente.

Recordé a otro filósofo, para quien el principal fundamento del ser puede traducirse como ser percibido o bien percibir. Nuevamente la acción de mirar queda desdoblada en sus posibilidades de acción y de pasión, miramos y somos mirados, esto a su vez me trajo un poco más cerca a nuestro presente, porque me hizo recordar que Samuel Beckett, no sé si por el patriotismo, porque también era irlandés, con sus compatriotas tenia esta frase como uno de los temas que posterizó toda su obra, esto esta confesado por su principal biógrafo, y que esa frase es la que guía, el único que film que guionó y co-dirigió y que se llamó genéricamente “Film”, en donde ya un decadente y olvidado, y casi anciano Buster Keaton  inesperadamente protagonizaba este Film, en el cual realizaba acciones puramente físicas, cotidianas, concretas, en las cuales estaba observando determinadas situaciones o estaba siendo observado desde determinadas perspectivas.

Recordaba volviendo al tema  de como estar apasionado, y al mismo tiempo ver, que la pasión  que es el amor, se le adjudica la ceguera, pero recordé también que cuando la pasión se detiene y queda su recuerdo como quedó en el recuerdo traumático, terrible, de este refugiado de los campos de concentración, los tormentos que él y otros habían vivido la mirada re aparece. Que ver no tiene que ser necesariamente, ver  e intencionadamente mirar, no tiene que ver con hacer óptica, foco sobre un objeto determinado, sino que tiene relación con un mirarse hacia adentro. También no es casual, volviendo a Beckett y volviendo a esta duplicidad que hay entre  mirar y ser mirado, es que uno de los que a mi criterio en los últimos años, ha reflexionado más y mejor sobre la característica tan compleja del acto de mirar, me refiero a el filósofo francés Georges Didi-Huberman a través de un libro “ Lo que vemos, lo que nos mira”, parte de un epígrafe extenso que voy a leer al final de Samuel Beckett  precisamente, para luego tratar de redimir una aparente contradicción que hay, una aparente tensión que hay entre el hecho de que siempre que miramos algo, siempre que miramos un objeto, por más neutro que ese objeto sea, sin cargar esto de una condición isotérica, del materialismo más puro, todos podemos verificar el hecho de ser interpelados por ese objeto. Somos mirados por aquello que miramos, y eso condiciona nuestro mirar, hay una suerte de dialéctica entre una mirada creyente de las que habla Didi-Huberman, la mirada que frente a la tumba de Cristo ya resucitado, y por lo tanto ido de la tumba, contemplando esa ausencia cree en la presencia de ese Dios revivido.

Y la mirada con la que Frank Stella contestaba las respuestas acerca de su arte, que ya era considerado por todos minimalistas en la época de 1970, lo que hay que ver, es lo que hay que ver. Entre esa patología pura, donde no se podría perforar la evidencia, como decía Eduardo, y esa creencia pura que nos permitiría creer en lo que una ausencia nos dice de una presencia, toda posibilidad de ver y construir una poética de la mirada, una teoría, una filosofía,  del mirar y de la mirada.

Volviendo a algo más cercano, un quehacer que practico, no sé si conozco particularmente bien, y que es el de la escritura poética,  creo que no toda poesía tiene la mirada en primer plano, a pesar de todos estamos inmersos en la cultura occidental, con esa herencia que viene de los griegos hasta nosotros, con todos los desvíos y vueltas a la ruta principal que puedan hacerse, le confiere al mirar un prestigio que está por encima de nosotros, la mirada es casi sinónimo de conocimiento, y precisamente cuando hay prohibición de conocer, hay prohibición de mirar, Orfeo no debe mirar hacia atrás para poder llevarse a Eurídice del infierno, y lo que le impide llevársela es precisamente no poder vencer a la tentación,  para él fue más importante mirar hacia atrás que mantener o recuperar el cuerpo, o la vida de su amada.  Cuando la pareja bíblica que se retira de la cuidad condenada les es prohibido por Jehová mirar hacia atrás, son convertidas en estatuas de sal, se petrifican. De modo que entre ese no mirar y mirar, entre el ver lo que está en la superficie e incluso adivinar o tener una fe, que no tiene porqué ser religiosa, puede ser una fe pitagórica, matemática, sostenida de ilusión o de la sensibilidad de aquello que el mundo está permanentemente tratando de decirnos, podemos construir un discurso, podemos construir una forma de la verdad, que es la forma precaria, pero que está hecha a nuestra medida individual, que es la verdad de la “experiencia” ,  la verdad de la experiencia que muchos poetas han hecho  en lo visual su herramienta, o su piedra o su puente de plata para llegar a cierto conocimiento, han hecho una estrategia. Pero yo les propongo pensar en nombres que podríamos pensar hasta el cansancio, la poesía argentina por citar solamente dos casos célebres, Juan L Ortiz y Hugo Padeletti, y los poetas norteamericanos Wallace Stevens, William Carlos Williams, Marianne Moore, entre muchos otros poetas contemporáneos, que deben seguir siendo leídos, porque lo nuevo no necesariamente es lo mejor, o lo inmediato. Más allá de eso,  creo que el poema plantado en la página, más allá de que sea llevado al extremo de su coreografía grafica como ha sido el caso de la poesía concreta de los brasileños, del propio Padeletti  que con su viboreo en zigzag a través de la página nos está recordando de alguna forma que el movimiento que hace al mirar su propia consciencia y que hace al tratar de aproximarse al objeto que su poema debe identificar. El poema de su sola presencia en la página, y como los objetos que analiza dentro de las artes visuales, el poemas nos está diciendo algo, nos está mirando, porque todo poema es un mirar adentro, en todo acto de mirada, de reciprocidad, de acción, de contemplar y ser contemplado, se pone en juego esa posibilidad , que no siempre se cumple, se cumple cuando estamos ante un hecho artístico o cuando estamos dispuestos nosotros de tener una disponibilidad artística de contemplar la recuperación del aura. Esa que hace que el pasado no se recupere intacto para ser repetido como tal, y preservado como un objeto en formol  cristalizado, sino para hacer renovar el presente en el que nosotros nos movemos.

Para terminar, y como les había prometido, una frase de Samuel  Beckett incluida en su texto, “Lo que vemos, lo que nos mira”

“Luz, su debilidad, su amarillo, su omnipresencia como si cada uno de los cerca de 80 mil centímetros cuadrados de superficie total permitieran su resplandor.  El jadeo que lo agita, se detiene de tanto en tanto como un aliento que finaliza, todos se fijan entonces, su estancia tal vez terminará. Al cabo de unos segundos todo recomienza, consecuencias de esa luz para el ojo que busca. Consecuencias para el ojo que al no buscar más se fija en el suelo, o se eleva hacia el lejano techo donde no puede haber nadie. Nada impide afirmar que el ojo termina por habituarse a esas condiciones, y a adaptarse a ellas, salvo que más bien se produce lo contrario bajo la forma de una lenta degradación de la vista, arruinada a la larga por ese rojo resplandor fuliginoso y vacilante, y por el fuerzo incesante siempre, sin hablar de la inquietud moral que repercute sobre el órgano. Y si fuera posible seguir de cerca durante bastante tiempo, dos ojos dados, azules, de preferencia en cuanto más perseveros se los veía abrirse cada vez más despresuradamente, e inyectarse más y más en sangre, y las pupilas dilatadas y progresivamente hasta comer toda la cornea, todo esto naturalmente en un movimiento tan lento y tan poco sensible, que ni los mismos interesados se percatan de ello si esta noción es mantenida. Y para el ser pensante, que es el que nace fríamente sobre todos esos datos y evidencias sería verdaderamente difícil al cabo de su análisis no estimar erradamente que en lugar  de emplear el término vencidos , que tiene en efecto un costadito patético , desagradable,  mejor sería hablar lisa y llanamente de ciegos. “

 

Marcos Zimmermann

El monte pareció librarse a su propio idioma resoplando en un canto extravagante de diferentes timbres.

Su música desconocida me despertó aquella naturaleza explicita y su voz me reconfortó. De golpe, el mundo a mí alrededor se volvió más concreto que nunca, y me puse a mirar.

Nos dispusimos a hacer la fotografía. Un hombre que había contratado ese día de asistente, se ubicó a mi pedido en la punta del muelle.

El hombre que tenía unos cuarenta años, era callado y serio. Me preparé para la toma pero en el momento en que iba a hacerla, caí en la cuenta que todas las placas que tenía cargadas, ya habían sido expuestas. Extendí entonces en el piso del muelle la pequeña cámara oscura, metí mis manos por los dispositivos que sirven como trampas de luz y mientras tanto observe el extraordinario paisaje que nos circundaba y comenté: “que naturaleza tan salvaje que tienen por aquí…” Si, es muy, muy salvaje” respondió. Y después de pensar un momento dijo:“ fíjese que en esta región las cosas que verdaderamente importan flotan” . “¿Como?” le pregunté “Los momentos más importantes de la vida, las pequeñas alegrías, los bautismos, los casamientos, los dolores y las muertes, están aquí siempre…” dijo con naturalidad mi improvisado asistente.

“Las celebraciones fundamentales se realizan sobre el agua, aquí la vida entera fluye con la corriente” concretó. Se me acercó un poco y casi susurrando me dijo al oído, “hasta dicen algunos que de noche los deseos imposibles de quienes habitamos esta tierra, se escapan de nuestras mentes y viajando por estos riachos, llegan al mundo material para ser lo que no pueden ser en la vida, acariciar a los hijos que tenemos lejos, ser ricos, besar a nuestros amantes imposibles, o volver a escuchar las voces de los parientes que han muertos.

Después vuelven flotando hasta su lugar de origen (…) pero hay veces en que el agua arrastra nuestros deseos por esta tierra concreta con su fuerza ,tanto, tanto que a veces la fricción de los deseos los convierte en objetos materiales, así dicen aunque yo, nunca pude comprobarlo”, se justificó en ese momento.

“Muchos aseguran que este rio ve pasar flotando sentimientos con formas reales ,continuó, comentan que los amores despechados y los odios, pasan flotando de espaldas, como pescados muertos, las amarguras van convertidas en camalotes, los deseos profundos transformados en ramas de sauce. La vida entera pasa a veces corriendo abajo, que increíble, no?”.

Entonces empezó a hablar más exaltado, por lo que me empecé a preocupar. Yo no  hubiera sido capaz de acercarme a Dios, de no haber visto el detalle (…) No hubiera sido capaz de acercarme a ningún misterio, a las madres carpinchos lamiendo enternecidos a sus proles, o el sol calentando los huevos de caracoles haciendo nacer sus hijos por millones. No había creído que alguien estaba detrás de todo, si no hubiera escuchado el llanto de las crías pidiendo auxilio, o los silbidos anunciando tormenta a las cotorras. Para mí, después de suponer un ser distante e incomprensible, hasta que me di cuenta que aquí, lo más primitivo contiene a Dios, exclamó finalmente, y observaba al sol, como si detrás de ese rostro arcaico se hubiera revelado un misterio.

Hagamos la foto ahora, le parece?, interrumpí, ya está cargada la película, y creo que la luz esta justa. Como para escapar lo más rápido posible a esa situación que me perturbaba. No creo que la fotografía tomada ese día y que aquí se reproduce pueda dar cuenta, pero es extraño, porque cuanto más lo observo, me zambullo en el extremo realismo de la imagen, tengo la sensación de que la naturaleza de esas costas, los detalles de las hojas de los sauces, los reflejos del agua, y esa luz explicita que envuelve toda esa toma, esconden un misterio. Quizás tenía razón, quizás, Dios o la naturaleza tienen diversas formas, y tal vez fotografié cosas reales sean si querer vueltas espirituales, aunque yo me conformaría con que las fotografías de este riacho produjeran la pasión de mi mirada, plasmada en ese registro cifrado, que es la fotografía, y que a veces disfrazado de sauces, camalotes, sale de noche (…) primitivos y majestuosos.

Este es un texto que habla un poco del cruce o el entrecruce que hay quizás entre lo que uno siente, la pasión, como es el tema que nos convoca aquí, y la mirada. Es curioso porque andando por la Argentina me ha pasado muchas veces, de ver cosas, que creo que serian de un modo, y resultan de otro. Pienso siempre que nuestro país es un país que se construyó en base a la imagen y a la mirada, hay un texto interesante de Martínez Estrada que habla de cómo los españoles que venían, venían soñando, y los que se quedaban, se quedaban soñando con España. Y no es casual que este país se llame Argentina, por la planta de Potosí que tenía que pasar por el Río de la Plata, y que esta imagen haya sido casi solo una imagen, porque la planta de Potosí nunca salió por el Rio de la plata, sino que salió por otros rumbos. Y toda esa armazón que tiene que ver con la mirada, y que a veces la gente que no puede ver físicamente ve más que otra, toda la armazón es parte de la construcción de nuestro país.

No es casual que un país que sea tan inmenso, que tiene más de tres de millones de metros cuadrados, sea un país más real en la  imagen que en la realidad. Creo que si a cualquiera de nosotros nos preguntan acerca de lugares o hechos puntuales de la Argentina, seguramente tendríamos como referencia principal una imagen de eso, y creo que, los argentinos, venimos hace muchos años tratando de imaginar el país, cosa que es extraña, porque por ejemplo, no pasa lo mismo en Europa, La Argentina es un país que siempre va detrás de las imágenes,  la imagen que dan a veces los políticos, poetas, los pintores. Es un país que  percibe imágenes constantemente, es como si fuéramos un país, en busca de un país, que está en construcción, y no ha terminado de ser construido, un país que necesita de ver esa imagen como para identificarse de alguna manera.

Borges, hizo un prólogo para un libro muy interesante, de un fotógrafo que trabajo aquí en Argentina, en los años 50. Hizo tres libros en Bolivia que se llamaban “La Paz”, “El Indio” y “ Las Minas de Estaño”, después de hacer estos tres libros vino a Buenos Aires, era un fotógrafo alemán, muy buen técnico,  un gran artista, que murió finalmente en España muchos años después. Se exilió, cuando la Argentina tuvo el golpe del ´55. Y volvió llamado por Frondizi, este libro fue prologado por Borges, el primero a un fotógrafo, tengo entendido, y en este prólogo hay una frase muy interesante que dice así y refiere un poco a lo que acabo de decir, hablando de la imagen.

“La vastedad no está en cada percepción de La Pampa que es lo que puede registrar la fotografía, sino en la imaginación del viajero, en su memoria de jornadas de marcha , (…) la Pampa no se da  en una imagen, es una serie de procesos…

Es interesante como reflexión acerca de la imagen, y voy a terminar con una pequeña idea que tiene que ver como miro, como veo yo, como fotógrafo, el país, y esto dice así:

La fotografía es para mí un fantástico trabajo para acercarme y alejarme constantemente a la verdad, es una enorme trabajo interior, y también muchas veces físico, se que no hay fotografía perfecta y totalmente fiel,  pero podemos hablar de lo que nos toca como país y como sociedad….  Otras tierras que hoy intentan instalarse e influir fuertemente en el mercado de la fotografía.. en nuestro país.

A todo esto, auspician estas ideas, sobre todo a aquellos que dividen la fotografía en contemporánea y no contemporánea, quiero decirles que  corrijan en primer lugar el termino “contemporáneo”, ya que hasta  donde se, ahora estoy vivo, y lamento comunicarles que por un tiempo yo, y otros colegas como yo, que no comparten ciertas pautas que andan circulando mucho, vamos a seguir siendo contemporáneos. En segundo lugar quiero decir que gran parte de esta manera de hacer arte tienen por objeto justificar  a una serie de intermediarios, que se proveen de quienes hacemos apasionadamente nuestro trabajo, exponemos nuestras ideas de manera transparente en cada una de nuestras fotografías y ensayos, y como si esto fuera poco, comprometemos  toda nuestra pasión por mirar nuestros esfuerzos en nuestra vida, en este camino. Quiero decirles entonces finalmente, que para mí hace mucho que el Rey está desnudo.