El día que Oxford menstruo o primero no fue el verbo
Fernando Peirone
Mal Estar 6
Un día de 1861, que no estamos en condiciones de precisar, frente a un auditorio que imaginamos estupefacto, Max Muller señalaba la minúscula diferencia que existe entre el presente I love y el pasado I loved. Una letra. Y maravillado por un misterio que la concurrencia no terminaba de comprender, el filólogo alemán planteaba una de las preguntas mas inquietantes que haya presenciado la solemne universidad de Oxford: “¿Cómo fue posible que la adición de una letra pueda expresar el transito del amor a la indiferencia?”. Nadie entendía bien por que un lingüista se adentraba en un terreno tan cenagoso, mas propio de la especulación filosófica o ficcional que de la lingüística; tampoco se imaginaban que esa primera clase iba a formar parte de lo que después serian las famosas Lecciones sobre la ciencia del lenguaje que ya ningún estudio serio sobre el lenguaje podría dejar de tener en cuenta; mas todavía: que eran testigos privilegiados de un pasaje fundamental de la travesía intelectual que había contado con los aportes de Franz Bopp y Friedrich Schlegel y que habría de llegar hasta la filosofía analítica del siglo XX, en la que abundarían, entre otros, Ludwig Wittgenstein y Bertrand Russell.
…Asimismo hemos podido comprobar que la misma dificultad, o pregunta, se plantea en varios de los idiomas donde intentamos medir la diferencia: el griego, el latín, el alemán, el francés, etc.
…¿Qué nos encubre el tiempo en ese cambio que leyendo a Muller percibimos cuasi brutal, cuando un momento atrás formaba parte del uso automático y cotidiano de dos tiempos verbales?…. ¿Acaso lo que importa no es lo que significan, en este caso: la pasión y la indiferencia?
…El siglo XX…no va a poder responder la pregunta planteada por Muller a los alumnos de Oxford…por el contrario, tal vez estemos cada vez más lejos y más extraviados, si es que esa no es nuestra condición.