CUANDO LAS LEYES MATAN
Los dilemas de la obediencia debida
HOLOCAUSTO Y PSICOANALISIS
Lidia Deutsch
INTRODUCCIÓN
El tema a tratar en este escrito es la responsabilidad personal cuando se cometen crímenes y se justifican en nombre de leyes nacionales. Es una interrogación sobre los alcances de la obediencia debida.
Se desarrollaran estos conceptos en el marco de la Alemania nazi.
Si las justificaciones estuvieran dadas por el cumplimiento estricto de las leyes ni los máximos jerarcas hubieran podido ser juzgados.
Es aporte del psicoanálisis desentrañar que lo que está escrito bajo una ley, lo que se escucha bajo el imperativo categórico Kantiano, es una construcción que la denominamos objeto y a la peculiaridad de este objeto, la denominamos objeto voz. Y si esa voz, se escucha, independiente de lo que diga, estamos en presencia del grito horroroso de un padre omnipotente, que siempre va a ordenar, muerte.
Eichmann se escudaba que él era kantiano y se justificaba que él era solo un fiel servidor de la ley. Escondiendo la satisfacción personal que le dio cumplir leyes contra la humanidad.
Detrás de la ley y de la conciencia, cuando estas son mortíferas surge el grito horroroso del padre de la horda primitiva. Ese padre no castrado que nos lleva al más allá del principio del placer. Nos lleva a la muerte. Nazismo y muerte entroncados. Muerte no solo para los judíos, comunistas, opositores, etc. sino para los propios nazis.
Cuando no importa lo que se diga sino solo importa la ley, despojada de contenido, surge lo que ella oculta. El capricho del amo de turno y el dolor a proporcionar a la víctima.
Cumplir la ley sin importar lo que ella, diga, esconde la formación de la conciencia en su rasgo más perverso, esconde que lo que se busca es la satisfacción del amo de turno, la pleitesía a la satisfacción del amo no castrado. Es entonces una ley perversa, ley del capricho de un amo todopoderoso. El aspecto más nefasto del mundo humano.
Hay un amo, este es completo y se hará siempre su voluntad. Y su voluntad según Kant termina en el dolor en el cuerpo del otro. En el desgarro del cuerpo del otro. No es la ley que apacigua las relaciones de los hombres, sino que es una ley de muerte.
Y eso fue lo que fue cumplir las leyes en el nazismo y en las dictaduras del cono sur americano.
Una ley que había que cumplir, sin importar lo que ella dijera, solo podía traer muerte. Y eso fue lo que ocurrió.
EL ODIO A LOS JUDÍOS EN EUROPA DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. LA MODERNIDAD
Las raíces del odio, en esta etapa, las encontramos como producto de la reacción social al proceso de modernización de Europa. En general los que fueron desplazados y afectados, los enemigos de la modernización, buscaron explicaciones, soluciones y esperanzas y fundaron movimientos contra la modernización y la industrialización. Se generaron conceptos anticapitalistas, antiliberales y como corolario antisemitas.
Surgió un nuevo tipo de política de derecha que fue llamada “revolución conservadora”. Las políticas de derecha aspiraban a una jerarquía autoritaria.
Sabemos que antes de que los nazis llegaran al poder el antisemitismo alemán era modesto si se lo compara con el odio a los judíos que existía en otros países europeos. Los judíos de otros países consideraban a Alemania un refugio de igualdad. Alemania entró en este siglo con muchos más judíos universitarios que en la misma fecha había en Gran Bretaña o en EE.UU. Si hubiera habido encuestas la aversión de los alemanes por los judíos era menor que la aversión de los franceses.
Por si solo el antisemitismo no ofrece ninguna explicación del holocausto. Es cierto que para que el holocausto fuera posible tenía que amalgamarse con otros factores. Deberemos dar cuenta de factores sociales, políticos y de raíz psicológica. La identidad de la cristiandad nació del rechazo y extrañamiento de los judíos y por los judíos. Esto tenía que dar consecuencias.
En el eje imaginario, donde un pueblo completa su imagen y erige su Yo social, que es un eje de tirantez y competencia, donde se juega el Ser en vida y muerte, que un pueblo haya sido gestado saliendo de las entrañas de otro, debía dar consecuencias. El concepto de eje imaginario responde a J. Lacan y da cuenta de la formación del Yo en un proceso de identificación.
Estas consecuencias podían darse aun entre personas que nunca habían visto un judío o en países donde no había judíos. Los judíos en Alemania constituían el 1% de la población, y su antisemitismo incendió Europa. El aspecto más espectacular en la construcción del concepto de “el judío” es su inherente falta de lógica. Conceptos que no se corresponden sino que ni siquiera pueden reconciliarse unos con otros. Se podía representar al judío como la personificación de todo lo que se debía temer, despreciar o que les podía ofender. Fue agente de los bolcheviques y defensor de la corrompida democracia occidental. Era tanto socialista como capitalista. Pacifista indolente y eterno instigador de las guerras. Hay grupos a los cuales se los odia por pertenecer a las elites, y hay grupos a los que se los odia por pertenecer a las masas. A los judíos se los odiaba por pertenecer a ambos sectores.
Una de las claves para entender la oposición al judío, más allá de los ejes religiosos o económicos, es su ubicación como el pequeño otro y el Gran Otro, conceptos que desarrolla el psicoanálisis. Desde el pequeño otro llegan todas las posibilidades de identificación. Y desde el Gran Otro llega el baño de simbolismo que determina al sujeto y lo arma como tal. Es decir, en el eje imaginario donde se constituye el Yo como imagen del otro, se va a gestar la competencia y el odio. El Yo del judaísmo y el Yo del cristianismo estando en el mismo eje competían por el mismo lugar, al no haber apaciguamiento la tirantez tenía que estallar. En el eje simbólico, donde se presentifica el Gran Otro, el judío fue puesto como lo extraño y desconocido, y desde ese lugar se presenta como muy amenazante. Ese Gran Otro, es desde el cual se imparte el mundo simbólico y las leyes que constituyen al sujeto. Sin un apaciguamiento de las relaciones entre los hombres, de la tirantez de estos dos ejes, siempre, de una u otra forma, la relación se vestirá de muerte.
Los judíos se vieron atrapados en el conflicto histórico más feroz que se produjo entre el mundo premoderno y la modernidad que avanzaba. Se produce la resistencia de las clases del “anciano régimen”, a las que el nuevo orden social, al que no podían percibir más que como el caos, los arrancara, desheredara y desarraigara de su posición social más segura.
Cuando se derrotó a la rebelión antimoderna, el conflicto se refugió en la clandestinidad y se tradujo en mitos paranoicos de conspiraciones y una búsqueda frenética de una esquiva identidad. Eso fue el nazismo. Fue una ironía de la historia que la antimodernidad y sus fobias se descargaran en el aparato del Estado Alemán moderno. Porque las fobias paranoicas, narcisistas que privilegiaban una sola raza, un solo pueblo, un solo estereotipo físico, la vuelta a la iglesia, a la cocina, a los niños, las tres K del hitlerismo (kugen, kinder, kirchen), necesitaban del estado alemán moderno para descargar su pulsión de muerte.
El nazismo quiso exorcizar los demonios internos de Europa, los judíos, los gitanos, los disidentes políticos, la economía liberal capitalista, los bolcheviques, con los modernos productos de la tecnología. Sin los trenes ni la fabrica moderna de la muerte, no se hubiera podido hacer. Sólo con la tecnología, la administración científica y el poder concentrado en el estado, se pudo matar tan organizadamente a millones de personas.
Los judíos, no asimilados ni asimilables por la historia del odio, solo podían ser identificados como el objeto de desecho. Las palabras “pedazo” y “excremento”, con los cuales eran nombrados en el campo de concentración demuestran el lugar imaginario, simbólico y real al cual la historia de horror a lo distinto los había arrojado.
Fueron el objeto principal de la resistencia antimoderna. El antisemitismo más virulento de los primeros días de la sociedad industrial se asocia con el anticapitalismo en su versión precapitalista.
El pensador Jeffrey Herf –1— trabaja y desarrolla la tesis de la interrelación entre modernismo y sociedad. Y su idea fundamental es la siguiente: “Antes y después de la toma del poder por parte de los nazis, una corriente importante dentro de la ideología conservadora y luego dentro de la ideología nazi fue una conciliación entre las ideas antimodernistas, románticas e irracionales del nacionalismo alemán y la manifestación más obvia de la racionalidad de medios y fines, es decir la tecnología moderna”. Se pensaba entonces que Alemania podía alcanzar ese romanticismo altamente tecnológico, como tan acertadamente lo definió Thomas Mann.-2-
Muchos observadores concluyeron que la maldad de Hitler tenía sus orígenes en un exceso de razón, opinión que se encuentra detrás de gran parte del pesimismo cultural contemporáneo. Pero la posibilidad del desarrollo del género humano, la liberación de su potencial productivo, y no me refiero únicamente al desarrollo de las fuerzas productivas, sino también al desarrollo de sus potencialidades internas, significa algo mas y algo distinto de la racionalidad de medios a fines del terror burocrático. El desarrollo de la tecnología no tiene que dar necesariamente la capacidad de matar a otro pueblo más técnicamente o en forma más certera.
Previo al nazismo se presentó en Alemania una paradoja cultural: la aceptación de la tecnología moderna y al mismo tiempo un rechazo de las razones de la Ilustración, que continuaban las ideas de la Revolución Francesa de 1789. Fundamentalmente lo que se rechazaba eran las realidades económicas y políticas creadas por la revolución industrial.
Jeffrey. Herf va a sostener el desarrollo de una tradición cultural a la que ha llamado “el modernismo reaccionario”. Concluye: el modernismo reaccionario es una construcción ideal típica. Aquí se combina la reacción política con el avance tecnológico.
Se incorporo la tecnología moderna al sistema cultural del nacionalismo alemán moderno, sin disminuir los aspectos románticos y antifriccionales de tal sistema. Los modernistas reaccionarios eran nacionalistas que convirtieron el anticapitalismo romántico de la derecha alemana en algo alejado del pastoralismo orientado hacia atrás, apuntando por el contrario hacia el lineamiento de un orden hermosamente nuevo que reemplazaba el caos infame generado por el capitalismo. Pretendían restablecer la primacía del Estado sobre la economía y el mercado. Organizaron el capitalismo con primacía del estado. Fueron capitalistas pero sin la libertad del mercado.
Se puede hablar de un romanticismo altamente tecnológico. Había una orientación hacia adentro unida a la tecnología alemana. La conciliación alemana de la tecnología y el odio a Wall Street y el Bolcheviquismo, unidos sincréticamente, se inició en las universidades técnicas alemanas de principio de siglo. Fue defendida por intelectuales , encontró su lugar en el partido nazi en los años 20 y entre los propagandistas del régimen de Hitler en los años 30. Los campeones de esta tradición eran numerosos profesores de ingeniería y colaboradores de las revistas publicadas por las asociaciones de ingeniería nacionales. También Martín Heidegger añadía una voz más al coro modernista reaccionario.
El apareamiento entre rearme, técnica y posiciones pastoriles, continuaba la ideología de que Alemania podía ser a la vez tecnológicamente avanzada y fiel a su espíritu. Y su espíritu era antiliberal y por sobre todas las cosas anticomunista.
Como reiteraba sin cesar Goebbels este sería el siglo del romanticismo del acero. Porque este acero esta fundido desde el comienzo con la pulsión de muerte, era acero para matar, desde el vamos. Como toda pulsión de muerte vuelve al mismo lugar, también esta volvió al mismo lugar y mato al pueblo alemán.
Creo que el término Holocausto lo refleja con precisión. Fue pulsión de muerte contra la humanidad, pero fundamentalmente contra Alemania misma. Tanta defensa del ser alemán debía pagarse con la muerte. Y eso es lo que ocurrió. El deseo liberado de toda piedad humana no es más que deseo de muerte.
Los que han estudiado la concepción ideológica del nacionalsocialismo han ubicado la revuelta contra la modernidad en su centro.
Muchos destacaron la conexión existente entre la ideología derechista y la protesta contra las consecuencias de la ciencia moderna, el liberalismo, el mercado, el marxismo y los judíos. Se racionalizaron tendencias románticas, es decir se hablaba de la vida en la naturaleza, del respeto a la esencia de la mujer alemana, de la dignificación del trabajo y del ser alemán. Creo que esa búsqueda tan frenética de las puras esencias, alejadas de todo tipo de contaminación, no es nada más que el otro nombre de lo imposible, imposible que la vida sea solo una, tan idéntica a sí misma, porque lo único que es idéntico a sí misma es la muerte. Por otro lado esto es una cruel mentira al propio pueblo alemán, la cantidad de horas a las cuales se vieron obligados a trabajar en la ciudad y en el campo no tuvo parangón con ninguna otra época.
Esta movilización de tendencias románticas, profundamente arraigadas en la sociedad alemana, al servicio de un movimiento político violentamente agresivo, solo podía dar razón a un fenómeno de narcisismo de masas. Masas que se vieran a sí mismas completas, perfectas y creyeran que tenían un rol sobre esta tierra. Un rol en el cual se unían a su líder constituyendo una unión perfecta, sin fisuras Y este pueblo, el Volk debía ser protegido contra las influencias corruptoras de la civilización occidental. Y sobre todo del comunismo.
Las imágenes que acompañaban estas creencias eran rurales, que se encontraban en una hostilidad infranqueable contra el industrialismo capitalista y de las anomalías comunistas. Todo estaba teñido de una nostalgia rural tecnificada.
Este velo de la ideología no debe engañarnos, algunos historiadores dicen que era un esfuerzo para engañar a la gente deliberadamente. Se la ha descrito como una revolución doble, una guerra ideológica contra la sociedad burguesa e industrial librada con medios burgueses e industriales.
Se puede hablar de una aceptación selectiva de la modernidad, especialmente de la tecnología moderna y esto nos permitirá explicar su terrorífica unidad en la guerra y en el holocausto. Pienso que la mejor explicación es que era una variante del fascismo que a su vez era una forma del capitalismo. Y también pienso que el capitalismo que arroja de la vida humana a poblaciones y continentes enteros contiene en su seno el huevo de la serpiente.
RELACIONES ENTRE LA ANTIMODERNIDAD, LA TÉCNICA Y EL ANTISEMITISMO
PARADOJAS DEL MODERNISMO REACCIONARIO
Se ha llamado la atención sobre la fusión del romanticismo alemán y un culto a la técnica en las revistas de los ingenieros alemanes. Esto es el desarrollo de las esencias más caras al espíritu alemán reaccionario, que buscaba su ser en el pasado, junto a un desarrollo tecnológico. En este contexto, el antisemitismo burgués tenía una razón económica especifica: la ocultación de la dominación en la producción, porque la producción siguió siendo capitalista y cada vez más concentrada.
Los nazis identificaban a los judíos con la esfera “improductiva” de la circulación de la banca, las finanzas y el comercio, y alababan las esferas de la producción y la tecnología como una parte integrante de la nación
Se ha sostenido que el desastre alemán, la ideología nazi, que llevaba la pulsión de muerte contra ellos mismos en su interior, había derivado de una conexión entre la razón, el mito y la dominación implícita en el pensamiento de la Ilustración desde Kant y Hegel. El verdadero rostro de la Ilustración, que eran el cálculo y la dominación, era evidente en las torturas y orgías altamente organizadas del Marqués de Sade.
¿Qué nos dice esto? Que en el corazón de la Ilustración ya estaba en su exceso de razón la posibilidad que se desbocara hacia la muerte, solo en esa lectura que hace el nazismo de la razón y de la técnica ya está comprendido la fábrica de la muerte que fue el campo de concentración.
La razón sin piedad por el desgarro del cuerpo de la victima termina con un campo de concentración. La razón pelada y pulida de piedad, nos va a dar lo que es el centro de ella: el capricho de un amo, que esconde su capricho en nombre de la ley, la técnica o la razón. El amo de turno la justificara con la razón de turno.
El cálculo en la orgía organizada, propio del Marqués de Sade, es el cálculo en el destrozo de los cuerpos del campo de concentración. El cálculo liberado de toda piedad, se desboca necesariamente. Lo único que puede dar el puro cálculo, o la pura ley, sin piedad o sin amor es la muerte.
Cuando hablo de amor lo entiendo no en su faz más narcisistica, el amor a sí mismo, sino en su acepción de A-mor. Cuando en el amor se cede algo, eso permite la relación entre los hombres. Una relación de vida y no de muerte. Y los nazis no cedían nada, solo querían la confirmación de sí mismos, una sola raza, un solo pueblo.
Aun así, puedo decir que las discusiones sobre modernidad y antimodernidad, como explicación del nazismo son partes de las discusiones de este siglo. Desde el psicoanálisis puedo decir que la razón, como imperativo es el imperativo del súper yo, que es obsceno en sus pedido de más goce y sin límites, que el deseo sin límites es el deseo de muerte, porque no tiene contemplaciones y nada lo detiene. Razón como causa y deseo desatado caracterizaron el nazismo. Eran los megalómanos de la autoinfinitización, tenían el impulso de ir más allá de todo, más allá de la moral de la tragedia y de la cultura.
Hablaban en lo que se llamó la “jerga de la autenticidad” en la que se colocaban ciertos absolutos como la sangre, la raza y el espíritu más allá de la justificación racional.
Aunque el Romanticismo alemán no fue únicamente de derecha, el nacionalsocialismo entroncó con los valores más caros a esta corriente filosófica. El Romanticismo alemán era una parte del concepto antiliberal y autoritario del Estado alemán.
Los ideólogos hacían pie en la acentuación de la subjetividad individual combinada con un sentimiento de estar sujeto a la suerte y al destino más allá de nuestro control.
Alentaban la preocupación por un mundo de fuerzas ocultas, mas allá o por debajo del mundo de las apariencias. Y la nueva cultura surgiría a través de un proceso purificador de muerte.
LOS DISTINTOS ENFOQUES DEL HOLOCAUSTO
LA INTERROGACIÓN DEL HOLCAUSTO, REFLEXIONES Y DILEMAS.
Desde Todas las ciencias que trataron de interpretar el Holocausto, se produjeron líneas de comprensión diferentes. Algunas interpretaciones negaron la posibilidad absoluta que cualquier explicación racional diera cuenta de un fenómeno tan nuevo, distinto a todas las matanzas que ocurrieron a través de los siglos.
Escribió Itzjak Katzenelson en su Diario Vitelli el 15 de agosto de 1943: “ No acepto ninguna causa o texto de estudiosos, inclusive de nuestros sabios, y no solo no las acepto, sino que las rechazo y también escupo, escupo ante semejante torpeza y estupidez… algo del idiota, del asesino autómata, del Hitler se les ha contagiado… Maldito sea quien busque causas económicas, políticas… La economía política merece mi respeto por su lugar en el conocimiento. Pero ¿qué relación tiene esa disciplina con el desenfreno criminal que ese hombre desato entre nosotros?”-4-
Itzjak Katzenelson fue un poeta y dramaturgo ruso, que se desempeño como educador, siendo asesinados su esposa y 2 de sus hijos en el gheto de Varsovia. En 1944 fue deportado a Auschwitz, donde pereció junto a su tercer hijo.
Su enfoque no quedo limitado a su tiempo, sino que se convirtió en una postura aceptada a fines de la segunda guerra mundial y penetró en la conciencia de los historiadores Tuvo que transcurrir hasta 1961, año en el cual A. Eichmann fue juzgado y condenado en Israel, para que este hecho relanzara todas las líneas de investigación.
Aun cuando existe un desarrollo general y gradual del Holocausto hasta el exterminio mismo, las circunstancias locales tienen importancia y es necesario buscar su origen en la época anterior a la guerra. Ellas son: la medida del antisemitismo local, la integración de los judíos al lugar donde vivían, la composición de la población judía, la actitud de las autoridades gubernamentales, el quiebre de la oposición interna política-sindical y el papel de los consejos judíos, los Judenrat.
El terror no expresado sobre el Holocausto que impregna nuestra memoria colectiva, relacionado con el recuerdo abrumador de no mirar el recuerdo de frente es la convicción de que el Holocausto ha sido algo más que una aberración, el Holocausto ha descubierto un rostro oculto de la sociedad moderna que forma parte de la historia de la humanidad, como su verdad oculta. Lo mismo le cabe al tipo de torturas que se infligieron en las dictaduras sudamericanas.
Auschwitz fue también una extensión rutinaria del sistema moderno de fábricas, que en lugar de producir mercaderías, la materia prima eran seres humanos y el producto final era la muerte. Consignado cuidadosamente al final del día de las chimeneas sale el humo de la carne humana. Nada hubiera sido posible sin la red de ferrocarriles, tan inteligentemente ordenada. La avanzada industria química producía el gas letal. Los ingenieros diseñaron el crematorio. Fue el desarrollo del espíritu científico moderno, concebido de esta manera.
Ciencia e imperativo categórico sin piedad, imperativo categórico desposeído de todo reconocimiento del dolor en el otro y al servicio de un padre horroroso, que hacia su total voluntad. Y en este estar al servicio, sin cuestionamientos, bajo la apariencia de solo cumplir la ley, esta lo horroroso del placer, goce y responsabilidad personal, negadas y escondidas de todos los que participaron. Porque escuchar la voz, independientemente de lo que diga, no es más que el goce del objeto- voz-, concepto desentrañado por el psicoanálisis. Se goza de muchas maneras y se es responsable por todas ellas.
Debemos relacionar la tecnología que se produce en una cadena de producción, la tecnología aplicada y un derroche de muerte como producción de mercaderías. La maquinaria de la destrucción no era estructuralmente diferente de la sociedad alemana en su conjunto. La maquinaria de la destrucción era la comunidad organizada en una de sus funciones. Da testimonio del progreso de la civilización Progreso hacia la muerte. Porque la muerte está escrita en el corazón de la cultura, a menos que los hombres aprendan a domeñarla.
Con las pulsiones de Vida y Muerte se pueden hacer muchas y diversas cosas. El Holocausto fue una de ellas. Otro tipo de organización humana que frene la pulsión de muerte y le dé un cauce distinto es lo que propone este trabajo.
Muchos de los trabajos sociológicos, históricos y psicoanalíticos se pronuncian en relación con el Holocausto proponiendo las ventajas de la razón sobre las emociones y la superioridad de la racionalidad sobre la acción irracional. Creo que nada de esto explica el meollo y el dilema. El centro de la razón, cuando se libera de la piedad o el amor, se pule hasta el más excelso salvajismo que toda pulsión conlleva. La razón, la pura razón, no nos libera de la pulsión de muerte.
No ha desaparecido ninguna de las condiciones sociales que hicieron que Auschwitz fuera posible, las fuerzas productivas, en su desarrollo técnico pueden matar a distancia con precisión de bisturí, lo que queda fuera de lo aceptado, por un motivo u otro, es cada vez mayor. El campo de concentración ya puede ser un país o un continente.
La civilización moderna fue la condición necesaria del Holocausto, y sin ella el Holocausto sería impensable
Bibliografía
1-Jeffrey Herf, El Modernismo reaccionario, FCE, 1993, Pág.18
2-Thomas Mann, Deutschland and die Deutschen, Frankfurt, 1977
3-El Holocausto. Un estudio histórico. Unidad 1, Universidad Abierta, Israel, 1986
Pág.9 “Diario Vitelli” 1943
CAPITULO 2
EL JUDÍO EN LA IDEOLOGÍA NAZI
Los grupos antisemitas de diversas tendencias describieron la lucha entre el “judaísmo” y la raza aria utilizando expresiones relacionadas con el concepto de la “lucha por la existencia”. Wilhelm Marr afirmo sobre el pueblo semita: “A partir de un principio miserable se desarrolló y creció más allá de lo que sus medios le permitían; eliminó todas las consideraciones sociales, anuló todos los ideales de la sociedad, logró obtener una posición de primacía en el comercio y en el intercambio, luchó cada vez con mayor esfuerzo por alcanzar posiciones en el gobierno, dominar el teatro, construir una falange socio-política.”-1
Edouard Drumont, francés, líder del movimiento antisemita de ese país, publico en 1886 su libro La France Juive. El libro llego a tener más de 100 ediciones. Declaró que el judío, en su lucha: “Convirtió la violencia en fraude. En lugar de un ataque fulminante, introdujo una penetración silenciosa, progresiva, gradual. No se trataba ya de un grupo armado que anuncia su llegada con alaridos, sino de individuos que llegan separadamente y se unen progresivamente en grupos pequeños, y empiezan a dominar esporádicamente, sin que se advierta conmoción, en todas las áreas, en todas las funciones públicas. En lugar de atacar a Europa de frente, los semitas la atacan por la espalda. Es una especio de dominio por métodos subrepticios”-2-
H.S. Chamberlain describe las circunstancias posteriores al otorgamiento de la emancipación judía, de la siguiente manera: “A partir de consideraciones idealistas, los indoeuropeos abrieron sus puertas en forma amistosa, en tanto que el enemigo, el judío, se introdujo; dominó arrebatadamente todas las posiciones y enarboló, no quiero decir sobre las ruinas de nuestra verdadera esencia, pero en todo caso, sobre sus intersticios, la bandera de su esencia, que permanecerá entre nosotros por toda la eternidad”.-3-
El concepto de esencia ajena por toda la eternidad, caracterizando el ser de los judíos, será el eje de la ideología nazi. Esa búsqueda del ser único, puro, no contaminado, caracterizará y será la razón ideológica de todos los discursos. Una sola raza, un solo idioma, una sola ideología será la comprobación que el narcisismo solo busca lo igual a sí mismo. El concepto de la raza aria, único e igual a sí mismo sembrara de muerte todo lo que sea distinto. El mito de la posibilidad de la pureza, esconde que es el mito de la realidad de la muerte. El amor a sí mismo, llevado a este nivel de fanatismo, esconde el odio a lo distinto. Y la vida humana, es intrínsecamente distinta.
1. Frente a la concepción antisemita original que consideraba la lucha contra los judíos como un combate entre razas, se creaban otras concepciones que eliminaban a los judíos de la humanidad y los colocaba fuera de las razas humanas, e inclusive fuera de las razas consideradas inferiores. Los judíos son presentados como antiraza, como masa resquebrajada, que no vive por sus propios derechos. Los soviéticos y los polacos también eran razas en su gran mayoría destinadas a desaparecer y los que quedasen, a trabajar como esclavos. La avanzada en el frente soviético se reconocía por la línea de fuego que mostraba la cantidad de aldeas quemadas. Todas.
En la película “El pianista”, de Polanski, la burla de los nazis, así lo refleja. Ya se los había descrito como parásitos implantados sobre los hombros de otras naciones. Richard Wagner definió a los judíos como elementos extraños que lograron dominar la nación alemana. –4- Hubo ideólogos que llevaron esta concepción de los judíos al campo de la medicina: los clasificaron como diseminadores de enfermedades- como microbios y bacilos. Se los definió como gusanos de los intestinos, otros hablaron del crecimiento canceroso de la usura judía, del hongo venenoso. Se puede, incluso encontrar un concepto “científico” como Baccillus Judaicus, es decir el bacilo judío.
En su primer escrito político, en 1919, Hitler definió a los judíos de la siguiente manera: “La actividad del judío conducirá a una tuberculosis de la raza en los pueblos”. En sus libros posteriores los describe con adjetivos extraídos del mundo de las enfermedades: pestilencia, peor que la peste negra, portadores de bacterias, elemento desintegrador de la humanidad, escorpiones sedientos de sangre, conjunto de ratas y parásitos, vampiros que amenazan a la humanidad. –5-
Estas ideas de odio a las llamadas razas inferiores iban unidas a las ideas de la supremacía de la raza aria. Tan delirantes unas como otras, procedieron para el mejoramiento de la raza aria al establecimiento de instituciones especiales para el nacimiento de niños arios de características distintivas. Se elegían minuciosamente mujeres con características especiales para copular con miembros de las S.S. Estas instituciones se denominaban fuentes de vida En un libro de biología el tema se trata de la siguiente forma: “Como elemento de primera importancia en el partido, desde el comienzo de su lucha las S.S. se impuso a sí misma, como un deber recibir en sus filas solamente personas sin ninguna contaminación desde el punto de vista biológico”. Desde entonces y para siempre la organización impuso a sus miembros la obligación de procrear muchos niños.
A estas caracterizaciones de los judíos como parias y resto de la humanidad necesariamente debían continuarse con la necesidad de aislamiento y segregación física. La portada de la revista Das Schwarse Korps de las S.S. declaraba “es imposible pedir a cualquier alemán que siga viviendo bajo un mismo techo con los judíos que son una raza inferior de asesinos y bandidos, enemigos del alma del pueblo alemán. Por lo tanto, es necesario expulsarlos a los judíos de nuestras casas o de calles donde vivan para instalarlos en grupos de casas o de calles, donde vivan entre ellos mismos y donde se limiten los contactos con los alemanes al mínimo. Es necesario señalarlos para reconocerlos y negarles el derecho de poseer casas y tierras, o de ser socios en propiedades de alemanes ya que es imposible a un alemán pedirle que viva bajo el dominio de un propietario judío, cuando el propio alemán debe ganarse la vida con el trabajo de sus manos”.-6-
Fue muy característica del periodo nazi la división entre el trabajo parasitario, propio de los judíos y el trabajo manual, propio de los alemanes. Esta dicotomía entre estas dos representaciones del trabajo y su calificación moral respondía a una imagen de sí mismos, cercana a las labores de la tierra, a las labores manuales en general. Que los elevaba a un paroxismo de nobleza, fecundidad, hombría, decencia y abnegación, todas cualidades que les eran negadas a los judíos en general. Aun así, en esta concepción de sí mismos tan narcisista y tan fálica, no reparaban en la contradicción de la unificación en la cual ponían a los judíos ricos junto a los judíos pobres “Menos aun queremos contemplar esos cientos de miles de judíos pobres, fuente de reclutamiento para los bolcheviques y las organizaciones políticas delictivas infrahumanas que se desintegran en la marginalidad de nuestro propio país” de la revista Das schwarse Korps –7-
Muchos de los pensadores nazis compartían supuestos estéticos y filosóficos en el cual traducían la retórica del anticapitalismo y el antimodernismo, el lamento por el dinero, la abstracción, los parásitos económicos y los oportunistas comerciales en un ataque al espíritu judío y una defensa de las virtudes alemanas primordiales entre las que incluían el trabajo productivo y la creación técnica. Describían el campo de lo concreto y lo productivo contra los tentáculos de la abstracción y la circulación improductiva.
Los ataques contra el comerciante, el intermediario y el banquero son pretensiones dirigidas a la esfera de la circulación para oscurecer la fuente de la real explotación. Las tradiciones volkisch, las que reivindican al pueblo alemán, canalizan el resentimiento de los campesinos, los artesanos y más tarde las clases medias bajas urbanas contra el capitalismo, y hacia los judíos.
Los pensadores marxistas ponen de relieve que la real explotación no pasa por la esfera financiera, sino que esta es propia de la explotación capitalista, y que el resentimiento nazi cabalgaba sobre la transición del capitalismo competitivo al capitalismo monopólico, en el cual Alemania había entrado tarde y con desventaja.
El lugar del judío era entonces un resto de la esencia alemana y fue llamado a encontrarse con su real idiosincrasia: el ser un desecho y que en tanto desecho se eliminaría como humo por la chimenea de los hornos crematorios. Considerando a los judíos como la causa de la destrucción de individuos particulares, idiosincrásicos y de su identidad y cultura particulares.
El antimodernismo en Alemania termina en la hora de la biología autoritaria. Se enfoca el sentimiento nacionalista como lo idéntico a sí mismo, que necesita expulsar a lo distinto. Lo distinto y los que serán expulsados hasta la muerte van a ser los judíos. Pero mucho antes que ellos será exterminada la oposición de izquierda. Porque la real razón de ser del nazismo es la contención del comunismo que crecía en el mundo.
Lo peculiar del antisemitismo moderno era la presentación de los judíos como los agentes primarios de este proceso de racionalización de la vida y a la vez como el resto de elementos prohibidos de la vida que la civilización estaba tratando de reprimir. Los judíos se encontraban atrás de la civilización y muy delante de ella. Son a la vez astutos y estúpidos, semejantes y desemejantes. Son el demiurgo de la racionalización al igual que los representantes de vestigios atrasados, miembros del cosmopolitismo alemán judío asimilado y del gheto de Europa Oriental.
Esta forma de anticapitalismo ha fetichizado tanto la sangre como la maquina, las cuales se ven como principios concretos contrarios a lo abstracto. Y lo abstracto está muy bien representado por los judíos. Son un resto y son abstractos, no se los puede poner en ninguna parte, no tienen identidad, tienen que desaparecer. Lo harán. El antisemitismo moderno trasladará el antifetichisismo de las mercaderías, de este capitalismo a términos biológicos. Los judíos representan el trabajo abstracto y los alemanes el trabajo concreto. Era una revolución anticapitalista, en su imaginario y no en su realidad, que iba a tomar caminos criminales. Los judíos, entonces, eran lo moderno y lo antimoderno. Pero fundamentalmente era una revolución anticomunista. Como dato para ver su tenacidad anticomunista de los 5.000.000 de soldados alemanes que murieron 4.000.000 murieron en el frente del este. En el intento de hacer desaparecer de la faz de la tierra a la Unión Soviética.
Puedo decir que el nacionalsocialismo era un sistema de gobierno que usaba la organización burocrática y la propaganda moderna para organizar una revuelta de la naturaleza contra la abstracción. Y los judíos, como eran un ente de la abstracción, salieron de los campos de concentración como correspondía, como humo.
Si los judíos eran a su vez agentes de la racionalidad abstracta y símbolos del atraso, quienes los atacaban se colocaban como patriotas nacionales y se adaptaban a los tiempos modernos. Los atacaban por carecer de alma y por estar demasiado interesados en el dinero y en el sexo. En lugar de atacar esa forma de capitalismo atacaron a los judíos.
Los S.S. pueden ser considerados los idealistas de las esencias de la Naturaleza y de la antimodernidad, pero los idealistas de las esencias solo representan lo que es igual a sí mismo y esto no es otra cosa que el nombre de la pulsión de muerte. Y a ese trabajo, con esmero, se dedicaron. No hay nada que concentre tanta pasión de muerte, como las esencias incontaminadas.
EL ASCENSO DE LOS NAZIS AL PODER
En las primeras décadas del siglo XX una corriente antiliberal recorría Europa. Se trataba de borrar de la memoria colectiva el concepto clásico de libertad política para lanzarse a la aventura neorromántica del organicismo corporativista y esa es la aventura del siglo que emprendieron los nazis. Y fundamentalmente lo que había que borrar de la faz de la tierra era el comunismo que atraía a las masas hacia su liberación, es decir el comunismo.
Antes de hacer el mal el hombre tiene que concebir el mal como ideología, como una acción lógica, con sentido, así es por suerte la naturaleza del hombre, nos va a decir Alexander Soljenitsin, en el primer volumen de “Archipiélago GULAG”. Las matanzas de los crímenes de los personajes de la literatura acaban en una docena de cadáveres, eso les pasa por carecer de ideología. La ideología, he aquí lo que le da la justificación buscada a la maldad y la requerida dureza prolongada al malvado. La teoría social que ante el mismo y ante los demás lo ayuda a blanquear sus actos y a escuchar, en lugar de reproches y maldiciones, loas y honores –8-
La concisa formula de Goebbels de 1933 “En consecuencia el año 1789 será borrado de la historia” hallara frecuentes repetidores en Europa. Luego de la derrota política del proletariado en sus intentos de extender la revolución socialista de la URSS, el campo para la nacionalización de la masa había comenzado. Se podía pasar de la palabra “antisemitismo”, de raíz negativa, a una palabra muy amada en Alemania, y ya ahora sí, de carácter positivo, el poder del pueblo, el volkisch, que es el término clave y consigna del racismo Si la contabilizáramos estadísticamente, en los portadores ideológicos en los primeros 20 años del siglo, la veríamos acumularse en la zona del gran círculo nacionalista, el cual puede convenirse en llamarlo volkisch.
De todos estos grupos, conviene señalar la sociedad de Munich en 1913. En esa sociedad de la aristocracia, será introducido el tosco Hitler. Años después ingresará al partido nazi. Mientras estaba en el ejército redacta su primer escrito político en el cual va a decir “el antisemitismo asume fácilmente el carácter de un fenómeno emocional. Pero no debe ser así. El antisemitismo como movimiento político no necesita y no debe ser definido mediante sentimientos, sino mediante el conocimiento de los hechos. Y los hechos son sin duda alguna, el judaísmo es una raza y no una comunidad religiosa…tampoco es alemán el judío que vive entre nosotros por casualidad y utiliza nuestra lengua…El valor de un individuo ya no se determina por su carácter y la trascendencia de sus actos a favor de la comunidad, sino por la cantidad de sus bienes, por su dinero. La grandeza del estado no se mide por el total de sus fuerzas morales y espirituales, sino por su riqueza en bienes materiales… Sus actividades conducen a la tuberculosis de la raza entre los pueblos. De esto resulta el antisemitismo. Basado para siempre en fundamentos emocionales, encontrará siempre su expresión última en los progroms. Pero el antisemitismo racional debe conducir a la lucha política racional, planificada y a la suspensión de los derechos de los judíos, a diferencia de otros extranjeros que viven entre nosotros. Pero la meta final debe ser el alejamiento total y definitivo de los judíos”-9-.
EL COMIENZO DEL GOBIERNO DE HITLER
Hitler fue designado canciller del Reich en 1933. Su partido y sus representantes no eran mayoría en el gobierno, de 11 ministros sólo 3 eran nazis. La primera tarea fue cimentar las bases de su autoridad y eliminar todas las fuerzas políticas que podían desviarlo de su objetivo.
Los objetivos contra los judíos comenzaron boicoteando las grandes tiendas judías, pues simbolizaban la cultura de masas y la competencia capitalista que destruya al pequeño y honesto alemán. Los nazis enfatizaron este argumento en su propaganda, y en general los ataques no eran físicos, sino económicos, llegando incluso a fotografiar a quienes continuaban comerciando con los judíos.
Se decidió organizar un boicot general contra los judíos alemanes, para eliminar la “influencia exagerada y perniciosa de los judíos” y se lo presentó como una reacción contra los judíos, que habían planeado un boicot internacional contra Alemania. En todo el país aparecieron carteles con el siguiente mensaje: “Los culpables de este delito insensato con sus incitaciones perversas y su boicot son los judíos de Alemania, que incitaron a sus hermanos de raza en el extranjero a luchar contra el pueblo alemán”. Esta campaña antijudía fue la primera en su clase y a partir de ella se planificaron las acciones posteriores. En la base de toda esta acción y las posteriores está un difundido sentimiento paranoico, de sentir que el mal viene desde lo que ellos denominaban el extranjero, que vive entre nosotros, un sentimiento que no era más que una proyección del propio odio. Proyección de su odio visceral, que se les volvía como sentimiento retaliativo, ahora era visto como viniendo desde el otro, Esta acción demostró la convicción de materializar sus ideas. Y había llegado la hora de la imposición del terror. La “reacción contra la propaganda satánica de los judíos debía durar hasta que la campaña diabólica y el boicot judío contra las mercaderías alemanas llegasen a su fin” La comunidad judía fue obligada a enviar telegramas a todo el mundo exigiendo el fin del boicot, diciendo “en Alemania reina la paz y el orden”.
LA LEGISLACIÓN ANTIJUDIA
Es necesario señalar que el 12 % de los jefes de familia judíos eran funcionarios de los servicios públicos, por lo cual la “Ley de restitución de las funciones públicas profesionales de la nación a su base” tuvo gravísimas consecuencias. El despido sin indemnización ni jubilaciones significó la muerte civil de muchísima gente e introdujo el concepto de no ario. El proceso de expulsión de los judíos de la vida cultural y de las profesiones liberales fue un golpe terrible porque la comunidad judía era identificada en la opinión pública, y se identificaba a sí misma, con las actividades en esos campos. El golpe era tan terrible que nadie podía pensar que podía agravarse más en el futuro. La legislación antijudía llegó a su fin con las “leyes de Nuremberg”. Hasta ese momento los judíos se consideraban ciudadanos de segunda clase, pero ciudadanos al fin, un “apartheid de luxe”. La historia de los segregados, hundidos y humillados dentro de la propia nación, se sigue repitiendo dentro de las actuales naciones. Recordemos los países que siguieron apoyando al régimen sudafricano asesino y racista cuando salieron a la luz sus crímenes.
El gobierno pudo mostrar sus éxitos en varias áreas. Una de las más importantes fue la disminución de la desocupación gracias a las obras públicas que se emprendieron. Cuando los nazis llegaron al poder en Alemania había 6.000.000 de desocupados.
Las Leyes de Nuremberg se promulgaron de manera desordenada en el transcurso de 2 días. Su importancia radica en la aceptación oficial del principio racial en la ley alemana, principio que no existía y que simboliza por lo tanto la infiltración de la ideología nazi en el estado alemán y la creación de una base legal para la política antijudía que se llevaría a cabo posteriormente.
LA EMIGRACIÓN
En 1935 se estableció un departamento especial para tratar temas judíos y en él se destacó rápidamente la persona que se convirtió en el “especialista de asuntos judíos” Adolf Eichmann.
Eichmann nació en Solingen, Alemania. Su familia se trasladó a Austria, donde se afilió al partido nazi. En 1934 sirvió en el campo de concentración de Dachau, en un principio se ocupo de asuntos de espionaje y fue enviado al medio Oriente en diversas misiones. Conoció las organizaciones judías y adquirió algunas nociones de idish y hebreo. En 1937 envía a sus superiores un informe sobre la cuestión judía y los métodos para lograr su solución. Este informe esclarece problemas de la época y de lo que va a suceder posteriormente. Dice lo siguiente: los judíos solo están ligados al dinero, por esa razón son los enemigos del nacionalsocialismo, son los enemigos más poderosos porque nunca se podrá confiar en su verdadera naturaleza, la idea es destruir la base de sustentación económica de los judíos. Es necesario incrementar la emigración hacia regiones donde no podrán causar daño al Reich, hacia regiones de nivel cultural bajo, para evitar que puedan acumular riqueza nuevamente y deban recurrir al trabajo pesado para sobrevivir. Por lo tanto es necesario eliminarlos completamente de la vida económica, aumentar la presión política legal y ampliar las posibilidades técnicas para la emigración. Para lo cual recomendaba aumentar las consecuencias de la cólera popular, es decir los atentados, palizas y asesinatos. Recomienda un número determinado de países para impulsar la emigración, haciendo consideraciones de que no deben emigrar únicamente los judíos ricos, sino también los pobres, que si no quedarían como carga para el Reich.
Si bien podemos hablar de una atmósfera ardiente de antisemitismo, no todas las leyes se implementaron. Este proceso ha sido descrito como una inundación de leyes. Hasta la noche de “los cristales rotos” se publicaron 1234 leyes. Se realizaron muchas actividades para diferenciar judíos de no judíos, se prohibió a empleados de agencias de seguridad hospedarse en hoteles o pensiones judías, se impusieron restricciones a los envíos postales de los judíos y se permitió el empleo de la frase “ no destinado a los judíos” sobre envíos alemanes, los judíos fueron obligados a llevar cedulas de identidad, se imprimió la letra J en los pasaportes de los judíos, se dispuso cambiar los nombres de origen judío de las calles, se les prohibió dar nombres alemanes a sus hijos y se les obligo a agregar el nombre Israel y Sara a sus hijos, se limitó la presencia en lugares públicos y se suspendió a los niños judíos de las escuelas primarias alemanas. Lograron el aislamiento de los judíos y agravaron sus sentimientos personales, cuya resultante fueron suicidios y depresiones.
Uno de los principales obstáculos a la política nazi de emigración forzada de los judíos fue la falta de países dispuestos a recibirla. Son muchos los escritos nazis que hablan de la hipocresía del mundo que los critica pero no está dispuesto a recibirlos.
EL GRAN OTRO
Sigmund Freud, en su texto “Moisés y la religión monoteísta”, argumentará que el antisemitismo debe tener más de un fundamento. Dirá que el argumento de su extranjería es falaz, porque a Colonia, los judíos, llegaron junto con los romanos, pero que en la concepción popular se los sigue viendo distintos. Nos dirá que la intolerancia de las masas se manifiesta por pequeñas diferencias, antes que por diferencias fundamentales. Y algo que ha sido intolerable, es que han desafiado todas las opresiones, permaneciendo a través de los siglos. Esa intolerancia también tiene raíces inconscientes, se manifiesta a través de una envidia, dado que el pueblo judío se proclama hijo predilecto de dios, como si se le diera crédito. La circuncisión judía retrotrae a la castración, que fue real en la época de la horda primitiva y esa amenaza ha sido siempre una terrible fantasía presente en todos los pueblos. Los pueblos que los odian, se convirtieron tarde a su nueva religión, y recientemente eran adoradores de un politeísmo bárbaro. Y dirá también que la revolución nacional-socialista ha odiado a las 2 religiones, la católica y la judía.-10-
La base de este antisemitismo parte de la afirmación “No quieren admitir que han matado al padre, a dios, mientras que nosotros lo admitimos y hemos sido redimidos de esa culpa”. Esa redención ocurrió por la muerte de su hijo, Jesús, que murió por la culpa original y con su muerte nos salvó a todos.
Es decir que en nuestro inconsciente, está escrita la pulsión de muerte. Somos hombres porque la muerte o el asesinato del padre, nos sacó de la horda primitiva, y la culpa nos hizo hombres. La muerte nos llevo a la vida humana. Pero quedó escrita y quedó como añoranza. Si se la tramita mal, la añoranza se desboca. Y el desbocarse la añoranza de la pulsión de muerte, el resultado es el nacional-socialismo. Tenían un padre sincrético, Hitler, que gozaba vía el goce de la ley, de la ley de la muerte. Ya no era el padre de la horda primitiva, les resonaba en su inconsciente, porque era el padre de la ley, pero no de la ley que apacigua, sino de una faceta de la ley que ordena: “goza más, hasta la muerte”. No había que matarlo para repartir ese goce. Con cumplir las leyes, ya se gozaba, se gozaba de la muerte.
La pulsión de Muerte no es un hecho biológico, sino una noción que indica que el aparato psíquico humano está subordinado a un automatismo de repetición ciego, más allá de la búsqueda de placer, de la autoconservación. El hombre es un animal enfermo de muerte porque así se estructuró su inconsciente, preñado de culpa por la muerte del padre de la horda primitiva, buscando castigo y/o castigar. El inconsciente es la respuesta a que el goce del padre es imposible, es ya la primera escena del psiquismo, es ya una defensa ante el goce, pero está emparentado con él, es una añoranza. Entonces cuando aparece ese padre horroroso, que goza con las leyes de la muerte, o se lo mata o se identifican con él. El nacional socialismo fue la identificación con la ley de un padre horroroso, de la ley horrorosa. Por eso tuvo tanto éxito en una población que amaba la ley, cualquier ley, porque resonaba en el inconsciente. Estaban hechos de la misma trama. Y tranquilizaba lo más escondido del inconsciente, permitiendo la elaboración de que ellos no habían matado al padre. O que si lo habían matado, habían pagado por la culpa.
Para eso estaban los judíos, ellos habían matado al padre y ellos debían hacerse cargo, si uno ha tenido un error en el pasado debe hacerse cargo. El hombre, animal enfermo de muerte, extorsionado por ese parásito insaciable, la razón, el logos, el lenguaje, está poseído por esa radical negatividad que no puede ser reducida solamente a una expresión de las condiciones sociales enajenadas, sino que está definido por las condiciones humanas en cuanto tal.
No hay solución, no hay escape, sólo se puede reconocer a la dimensión de la muerte en sus dimensiones aterradoras. Toda cultura, entre ellas la nazi, es un intento de canalizar ese núcleo traumático, ese antagonismo radical. No sólo que la meta no consiste en abolir ese antagonismo radical, pulsional, sino que la aspiración de abolirlo es precisamente la fuente de la tentación totalitaria. Los mayores asesinatos de masas y holocaustos siempre han sido perpetrados en nombre del hombre como ser armónico, de un hombre nuevo, sin tensión antagónica.
El nazismo fue un reinado de lo “natural”, fuera de lo degradado, lo cosmopolita y lo corrupto. Ellos no tenían culpa, de hecho, muchos de ellos fueron al cadalso sin culpa. Habían armonizado su conciencia con las leyes externas. Unas y otras tributaban a la muerte.
Y esa es la explicación de cómo cumpliendo las leyes, se pude transformar a los seguidores en asesinos. La estructuración del inconsciente, que determina la conciencia, está dada por el encuentro con lo “artificial” del significante, de la cultura, y que deja huellas, “heridas”. Esas “heridas” se intentan curar, restableciendo el equilibrio, deificando la ley. Y si el padre es la ley, mejor aún. En ese mismo camino se elaborara la culpa por el parricidio inconsciente que está presente en todos los hombres. Se puede ser un asesino, sin culpa por serlo.
La teoría psicoanalítica, descubre que existe un obsceno mandato superyoico que dice ¡goza! Es la voz del Otro que nos incita a cumplir nuestro deber, por el mero o propio deber. No es más que una irrupción traumática de un llamado a un goce natural, pretérito, imposible, que altera la homeostasis del principio del placer y su continuación, el principio de realidad. Por eso Lacan concibe a Sade como la prolongación de Kant, es decir el goce está ordenado por el imperativo categórico, aunque él no lo sepa. (Kant con Sade) Lacan 1966.-11-
¿Pero en qué consiste esa obscenidad de la ley moral? No en algunos remanentes de los contenidos empíricos y “patológicos” que se adhieren a la forma pura de la ley moral, y la ensucian, sino en esta forma misma. La obscenidad de la ley moral es el anverso de su carácter formal.
La ética Kantiana excluye todos los contenidos empíricos, “patológicos”. Todos los objetos que producen placer o displacer. Es decir que Kant nos dice que su ética, su guía de acción, es una acción sin objeto. Pero esconde, y esta es la perla escondida, el modo en que ésta renuncia esconde un plus de goce. Puedo decir que gozaron matando, humillando.
El nazismo se basó en este imperativo puramente formal. “Obedece- porque si-porque debes hacerlo. Renuncia al goce, sacrifícate y no preguntes porqué. Has de encontrar satisfacción en el sacrificio mismo, no en su valor instrumental”. Es esta renuncia, esta resignación del goce, la que produce un plus de goce.
Este plus que se produce mediante la renuncia, nos muestra que lo que se esconde como objeto de la pulsión, es el objeto voz, el objeto a lacaniano. Para el psicoanálisis la estructuración de lo humano está dada por la pérdida de ciertos objetos, que son nuestros, nos determinan, pero que siempre van a seguir siendo extraños. El objeto, voz, el sonido que viene de afuera y el nuestro propio, tiene una faceta propia y es, a su vez, extraño.
Lacan acuñó la noción de plus de goce, según el meollo de la noción marxista de plusvalía. En Marx la noción de plusvalía implica una renuncia al valor de uso, “patológico”, empírico. Y el nazismo es obsceno porque percibe su ideología como su propio fin. Era el reinado de los 1.000 años. Exigían obediencia y sacrificio porque sí. El espíritu de sacrificio era la cura contra la enfermedad liberal decadente.
Quizás seamos los psicoanalistas los preparados para escuchar ese goce obsceno en el cumplimiento de la ley, porque es lo que escuchamos en nuestra clínica, en el goce del síntoma. Esta es la dimensión obscena y perversa del formalismo de la moral kantiana que nos muestra el nazismo. El verdadero objetivo de la ideología es conseguir que se crea en ella, como creemos en nuestros pensamientos, y esto es para encubrir el hecho del plus de goce de la ideología como tal.
La paradoja fundamental de la ideología, lo que realmente está en juego en la ideología es su forma. Lo que está allí, es un recupero de goce, para justificarse a sí misma. O lo que es peor, se justificó a sí misma y ahí goza, casi sin saberlo. Esto es cierto cuando la ideología no tiene piedad. Es por esto que los que cumplieron con la ley, la ley de la muerte son culpables y responsables de sus crímenes aunque argumenten que ellos se debían a una ley sin contenido. Esas leyes tenían contenido y los asesinos tenían beneficios.
En la ideología nazi, hay una red de sobredeterminación simbólica investida en la figura del judío. Desplazan el antagonismo de la sociedad, hacia una parte de la sociedad, los judíos, permitiendo todos los desplazamientos y condensaciones que están en juego en el imaginario social.
Todo este juego imaginario, fantasioso, es para tapar lo que en psicoanálisis llamamos “la realidad sexual”, que Freud llamó la sexualidad infantil marcada por el Edipo, y Lacan “no hay relación sexual”. Esta imposibilidad mítica se llena con el mundo de la fantasía. Por eso la fantasía completa una realidad sexual incompleta.
Lo mismo ocurre en el tejido social; la armonía de clases es un imposible, y la fantasía ideológica es que exista una imagen que dé cuenta de ella, completándola. Que la imagen ideológica, o la ideología, obturen todo punto de imposible. El punto más claro de esta concepción es la perspectiva corporativa de la sociedad como un todo orgánico. Todas las clases contribuyen a un todo. Siendo esto imposible, es imposible que la sociedad dividida en clases sea armónica.
Para los nazis, el judío rompe este esquema de armonía social. El judío, como fetiche, niega y encarna la imposibilidad estructural de la sociedad. El judío así conceptualizado encarna la irrupción de lo real, de ese goce inasimilable, pero siempre presente en el campo de lo real.
Así como Lacan nos habla de la necesaria incompatibilidad sexual con el axioma “la relación sexual no existe”, queriendo decir que siempre queda un resto de desarmonía, de no acople, la tesis de Laclau y Mouffe es “la sociedad no existe”. Es decir, lo social, como un todo, no existe, es un terreno incongruente, estructurado en torno a un imposible constitutivo y atravesado por un antagonismo estructural.-12-
Ese antagonismo estructural trato de salvarlo el nazismo con un acrecentamiento de la identificación. Dado que la identidad del sujeto o del sujeto social no existe, porque hay una falta en ser constitutiva, se tapona ese agujero con identificación. Y bajo el nazismo todo estaba identificado.
El judío esta incrustado en ese agujero estructural de la sociedad. Liberarse de él era estructuralmente necesario. El judío era el punto en que la negatividad social adquiría existencia real.
Todas las concepciones fantasiosas, fantasmáticas, nazis, prometían un mundo de total plenitud luego de la desaparición del judío. Recordemos las cifras de los desaparecidos 4.500.000 a 6.000.000 millones de judíos, 28.000.000 de soviéticos, 15.000.000 de chinos, 600.000 gitanos.
Como toda completud, solo podía tener un nombre, el de la muerte, para nazis y judíos por igual. El fantasma ideológico nazi era una sociedad cerrada y homogénea. Que no es más que otro de los nombres del totalitarismo. Recordemos las fantásticas fantasías de las dictaduras sudamericanas.
El judío era lo real, lo imposible. No tenía el mismo estamento que las razas inferiores, que debían servir. Ellos no tenían lugar, su identidad era un fraude. Por eso habían de ser exterminados, en tanto que a las otras razas se las había de obligar a ocupar su propio lugar, el de esclavos. Y también muertos, desaparecidos.
BIBLIOGRAFÍA
1- Marr Wilhem. El Holocausto. Un Estudio Histórico. Universidad Abierta, Israel. 1989. Pág.29,30,31
2- Drumont Edouard. EL Holocausto. Un Estudio Histórico. Universidad Abierta, Israel 1989. La France Juive. Pag.30
3- Chamberlein H. S. El Holocausto. Un Estudio Histórico. Universidad Abierta, Israel 1989.Fundamentos del siglo XIX. Pág.32
4- Hitler A. Mein Kampf. Munich 1925
5- Wagner Richard El Holocausto. Un Estudio Histórico. Universidad Abierta, Israel El judaísmo en la Música.1850.Pág. 28
6- Das Schwarse Korps. El Holocausto. Un Estudio Histórico. Universidad Abierta, Israel 1989
7- Das Schawrse Korps. El Holocausto. Un Estudio Histórico. Universidad Abierta, Israel 1989
8- Soljenitsin A. Archipiélago Gulag.
9- Hitler A. Mein Kampf. Munich 1925
10- Freud S. Moisés y el monoteísmo. Editorial Biblioteca Nueva Madrid 1968.Pág. 181. Tomo III
11- Lacan J. Kant con Sade. Escritos 1966
12- Laclau Ernesto y Moufffe Cantal. Hegemonía y estrategia socialista.1985
CAPITULO 3
ADOLF EICHMANN O SOBRE LOS DILEMAS DE LA OBEDIENCIA DEBIDA
Adolf Eichmann es esa clase de hombres que cualquier régimen quisiera tener entre sus filas. Burócrata y meticuloso a ultranza, su iniciativa está limitada por las instrucciones.
Le confiaron una tarea que sólo conocía de nombre, y por su cuenta y costo la estudió. No consiguió reembolso de sus gastos y jamás flaqueó a despecho de sus crecientes responsabilidades. Organizó para el “material biológico” que le fue confiado la reunión, depuración, evacuación y luego transferencia para la cual tuvo que desplegar talento de negociador y organizador. Y una vez entregado el material fue sometido a un “tratamiento especial” que no contó con su aprobación. Pero esta etapa de la cadena de producción ya no era de su incumbencia.
A este ingeniero de la industria de la muerte no le gustaba ver sangre, y gozaba con el trabajo bien hecho. Este hombre era Eichmann, el especialista en la “cuestión judía”, encargado de la expulsión de los judíos del Reich entre 1930 y 1941. Luego de 1941 a 1945 organizó la deportación de los mismos de Europa, así como de polacos, eslovenos y gitanos hacia los campos de concentración y exterminio. Este “experto en emigraciones”, jefe de logística de la “solución final del problema judío” elevó su misión, hasta la última instancia y con una absoluta lealtad. Propongo una interrogación sobre la obediencia y la responsabilidad sobre esta.
Este hombre que amparó su defensa en que el sólo había aportado soluciones técnicas a leyes a las cuales el se debía, tuvo que responder por el papel que había desempeñado en la aniquilación de varios millones de personas. Colaborando con su tarea estuvieron los consejos judíos de notables, los Judenrat, que desde el momento en que eran elegidos, pasaban a formar parte de la máquina de la muerte nazi. Sus dilemas estuvieron entre una muerte y otra, pero la impotencia y el sentido del orden con el cual accionaron merecen ser estudiados. Si el caso Eichmann merece ser estudiado no es porque existan dudas cobre su culpabilidad. Por lejos es uno de los criminales más eminentes de la historia.
El problema que plantea este oficial de policía es sobre la naturaleza y estatuto de sus actividades criminales. El fiscal, durante el juicio, lo ponía en el rango de las fieras salvajes. Pero Primo Levi dijo en 1960, cuando capturaron a Richard Baer, el director de Auschwitz “son ejecutores ciegos de las órdenes recibidas. Sin ellos, las grandes bestias hubiesen estado desarmadas.” -1-
Parte de la concepción del holocausto fue declararlo indecible, indemostrable y destinado a un más allá metafísico que se negaba a toda compresión. Pero cuando en el análisis de la personalidad de A. Eichmann se vio a un burócrata infatigable y respetuoso ante toda la ley, se verificó la teoría de Hannah Arendt y allí se entabló una durísima confrontación. -2-. La teoría de Hannah Arendt establecía que estos asesinos de masas, que cumplían con la ley, eran responsables y debían pagar con sus vidas, porque aplicaban leyes de la muerte. Aun así, ella pasó a ser sospechosa de banalizar el holocausto y de ser cómplice con el nazismo, para un sector del sionismo. La descripción que hace Eichmann de su lugar en la industria del crimen nazi es una autenticación de lo recopilado por Raúl Hilberg en “La Destrucción de los judíos de Europa”: Los funcionarios, técnicos, científicos y empleados al servicio del Reich, cada uno en su puesto, hacían su trabajo y aplicaban procedimientos de rutina. Resolvían problemas prácticos.-3-. La teoría de H. Arendt nos lleva a enfrentar el cumplimiento de la ley con el crimen en masa y la responsabilidad individual que les cupo a estos asesinos.
Los códigos lingüísticos (evacuación, transferencia, reinstalación, procedimiento, tratamiento especial, solución final) oscurecían groseramente la realidad, para permitir que todos se ocultaran de ella. Y si la mayoría ignoraba el exterminio nadie podía desconocer la tortura en masa. El horror era sepultado bajo la acumulación de cosas corrientes.
O Eichmann era un loco furioso, de la tribu de los locos furiosos, y en ese caso el nazismo es una enfermedad casi biológica, o era un psicópata cuyos actos eran propios de seres perturbados o era un hombre común cuya normalidad era más aterradora que todas las atrocidades reunidas, como subraya Hannah Arendt.
No es el genocidio, que tiene antecedentes en la humanidad, sino el crimen administrativo y la ejecución industrial lo que constituye el crimen moderno por excelencia.
Las cámaras de gas son un instrumento de asesinato impersonal y colectivo. Lo trágico de este crimen fue la obediencia y sus consecuencias inmediatas. Los elementos de descargo constituyen la carga de su responsabilidad. Él se reclamaba Kantiano, no eligió la ley, sólo la cumplió. La máxima norma Kantiana no exime de responsabilidad. .-4-
El nazismo tiene sed de goce, sed de pulsión, sed de un real. El nazismo fue a la búsqueda de lo que está más allá de la posibilidad de la condición humana. Magnifico el goce y el síntoma a niveles jamás vistos, a situaciones imposibles.
Es imposible para el ser humano parlante recobrar el goce fuera de una situación de borde. El nazismo, en su intento de dar consistencia a la perversión, trató de dar de lleno en el blanco del goce, y así se torno en el régimen asesino más cabal de la historia humana.
Las voces de la conciencia o las dadas por las leyes externas y asesinas, cuando hieren el cuerpo de la víctima, son expresión del sadismo. Sade gozaba del cuerpo de sus víctimas sin límites. Kant, 8 años antes, propiciaba en una construcción delirante, en una racionalización matemática, la aplicación de la norma, independientemente de lo patológico, es decir de los sentimientos que se puedan tener. Sobre Kant no podemos saber si él era un sádico o no, pero si sabemos que Sade nos da la verdad sobre él. Y la verdad es que ninguna ley se cumple independizando su letra de su significación. Cuando se las separa está escondida la muerte.
Las leyes asesinas, independientemente de la inocencia que proclamen sus ejecutores, son intentos de goce sádico y mortífero.
EL PAPEL DE HANNAH ARENDT
Fue mandada como corresponsal del periódico “New Yorker” a cubrir el juicio a A. Eichmann, cuando ya había leído el Libro de Raúl Hilberg.
La promesa contenida en el título “La banalidad del mal”, hizo estragos ideológicos y fue muy mal digerida. Se la acusó de complicidad por la ligereza del concepto. Se la acusó y pasó a ser enemiga del fiscal y de cierta lectura oficial sobre el holocausto. Sin ataduras ni compromisos ideológicos a una distribución uniforme de comprensiones, su libro sacó brillantes conclusiones.
El tribunal no estaba interesado en las siguientes preguntas ¿Cómo pudo ocurrir? ¿Por qué ocurrió? ¿Por qué las víctimas escogidas fueron los judíos? ¿Por qué los victimarios fueron los alemanes? ¿Qué papel tuvieron las distintas naciones en esta tragedia? ¿Hasta qué punto fueron también responsables los aliados? ¿Cómo fue posible que los judíos cooperaran a través de sus dirigentes, en su propia destrucción? ¿Por qué los judíos fueron al matadero como obedientes corderos?
La justicia dio importancia únicamente a ese hombre de estatura mediana, delgado, calvo, corto de vista y con la mirada fija en el tribunal (ni una sola vez se dirigió al público). El relato de las escalofriantes atrocidades produjo el efecto de anular el aspecto teatral del juicio. Y gran parte del propósito de Ben Gurion se logró: El juicio pasó a ser una “lección” que se daría a judíos y gentiles.
En el análisis del Holocausto podemos afirmar que el mal lo ejercen hombres comunes colaborando con sus acciones a crímenes industriales, constituyendo, en una sumatoria de pequeñas acciones, la maquinaria de a muerte. Y que las víctimas, atrapadas en este engranaje, cumpliendo también pequeñas acciones, de las cuales no tenían idea de que parte del total representaban, también, cumpliendo órdenes, marchan obedientemente hacia la muerte. Y no solo el pueblo judío, también 3 millones de prisioneros soviéticos y tropas de elite inglesa así marcharon, así caminaron hacia su tumba. Los contactos diarios entre las organizaciones judías y la burocracia nazi, facilitaron que los funcionarios judíos cruzaran el abismo que media entre ayudar a los judíos a escapar y ayudar a los nazis a deportarlos hacia la muerte.
Creo que estas tesis son inquietantes y nos obligan a pensar respuestas que, creo, no hemos terminado de elaborar. La pregunta que puedo formular es la siguiente. ¿Qué hay en la conciencia de los hombres, en su relación con la obediencia, que termina necesariamente en la muerte?
La obediencia con que marcharon hacia la muerte, por su propio pie iban a los lugares de embarque, cavaban su tumba y se desnudaban. Parecía un excelente argumento para las preguntas con las cuales el fiscal se desgañitó inquiriendo
¿Por qué? Había 15.000 hombres y solo un centenar de guardias. ¿Por qué no los arrollaron? Los testigos no contestaron las crueles y estúpidas preguntas del fiscal.
La triste verdad es que el argumento carecía de base. Cualquier otro grupo humano se hubiera comportado igual. David Rousset, de Buchenwald “El triunfo de las S.S. exigía que las víctimas torturadas, se dejaran conducir a la horca sin protestar, que renunciaran a todo hasta el punto de dejar de afirmar su propia identidad. Los hombres de las S.S. sabían que el sistema que logra destruir a su víctima antes de que suba al patíbulo, es el mejor para tener a un pueblo en la total sumisión. Nada hay más terrible que aquellas procesiones avanzando como muñecos hacia la muerte” (Le Jour de Notre Mort – 1947).-5-
Hubo un aspecto del juicio que no defraudó a Ben Gurion. Luego de 1962, luego de ajusticiado Eichmann, se empezó a sacar a los nazis de sus madrigueras, pero no de los países árabes como él propuso, sino a los nazis de Alemania Occidental. Iba a provocar el primer intento serio realizado por el gobierno alemán de someter a juicio a aquellos que habían intervenido directamente en el asesinato de judíos. Las penas fueron mucho más que benévolas. Si la administración de Adenauer, canciller alemán en esa época, hubiera tenido escrúpulos en dar empleo a funcionarios nazis, quizás no se hubiera podido hablar de tal “administración Adenauer”.
La noticia de la captura y el juicio que sobrevino, bastaron para inducir a los tribunales alemanes a iniciar actuaciones. Los resultados fueron sorprendentes, pese a que hacía años que en Alemania se habían publicado abundantes acusaciones con pruebas en seminarios y libros, ninguno de los nombrados consideró necesario vivir bajo un nombre falso. En 1963, Adenauer se había visto obligado a separar de la administración de la justicia a 440 jueces y fiscales, así como a muchos policías con un pasado algo más turbio que lo normal. La verdad es exactamente opuesta a las afirmaciones del Dr. Adenauer: “un porcentaje relativamente pequeño de alemanes fue adicto al nazismo” y “la gran mayoría hizo cuanto pudo para ayudar a los judíos”. Un periódico, el “Frankfurter Rundschau se formuló la pregunta elemental que debió plantearse años antes: ¿Porqué tantas personas que conocían el historial, habían guardado silencio? Y daba una respuesta: ellos se sentían culpables.
Lógicamente, el juicio a Eichmann, tal y como Ben Gurion lo concibió, es decir dando preferencia a los grandes acontecimientos históricos, en detrimento de los detalles jurídicos, conducía a que se pusiera de manifiesto la complicidad de todos los funcionarios de los ministerios, de las fuerzas armadas y de su Estado Mayor, del poder judicial y del mundo de los negocios y de las finanzas.
Causas económicas, la desocupación, la pesada carga del fin de la 1ª guerra, las hostilidades creadas por el Tratado de Versalles, la visión del capitalismo como un ataque al honrado trabajo manual del honesto obrero alemán, el comunismo como una propuesta anómala de identidades como un ataque al ser alemán y la pérdida, quiebra y asesinato de toda revuelta popular comunista en sus distintas experiencias en Alemania han sido analizadas y teorizadas.
Aun así con todas estas explicaciones validas, ciertas, queda un resto sin explicar. Y es la pregunta sobre quien fue A. Eichmann. Un individuo que al decir de sus psiquiatras es un padre ejemplar y un ser normal. ¿Cómo pudo ese ser normal dar muerte y/o participar del engranaje de la muerte de 5.000.000 personas, 1.500.000 de ellos niños y adolescentes, y no sentir culpa? Y en Buenos Aires, en el reportaje que le hizo un periodista nazi holandés, seguir vanagloriándose y lamentar haber perdido la guerra demasiado temprano.
El Dr. Servatius, el abogado defensor, le pregunto al Dr. Salomón, uno de los testigos: “¿porqué han sufrido los judíos tan triste destino? ¿No cree el testigo, que la ultima base del destino de este pueblo, está formado por un conjunto de motivaciones irracionales, que los seres humanos no podemos alcanzar a comprender? ¿No es el espíritu de la historia? ¿Y ese espíritu, que intento destruir a un pueblo, no condujo al nacimiento de un nuevo Estado?”
Este argumento antisemita de la defensa, dio a la historia, es decir al Holocausto, el origen del Estado de Israel. Pero pese a todos los intentos de sentar en el banquillo de los acusados a la Historia, allí estaba A. Eichmann, y aunque a Ben Gurion no le interesara, únicamente, sentenciar a Eichmann, también es cierto que la única tarea era la de dictar sentencia.
“Con respecto a los delitos por los que se le culpara”, Eichmann se declaro inocente, en el sentido en el que se le formulara la acusación. ¿En qué sentido se creía culpable, pues? Nadie se lo preguntó. Fue Servatius el que respondió. Culpable ante Dios, no ante la ley. Porqué según el ordenamiento jurídico nazi, ningún delito se había cometido. Sus actuaciones estaban basadas en “actos de Estado” y no en delitos. Estaba obligado a obedecer órdenes y había realizado “hechos que son recompensados por la historia, cuando se consigue la victoria y conducen a la horca en el momento de la derrota”. Por otro lado, dijo que el único problema legal, con relación a Eichmann, le cabría a los ciudadanos israelíes que lo había raptado en la Argentina. Obviamente, el abogado defensor había sido muy bien elegido. Sus ideas coincidían con las de Eichmann.
Para Eichmann la acusación era totalmente injusta “no mate a nadie, sencillamente no tuve que hacerlo. A lo sumo se me puede culpar de “ayudar” a matar a los judíos. Yo he sido un ciudadano fiel, cumplidor de las leyes y las ordenes las he cumplido con todo celo”. Esas órdenes tenían fuerza de ley en el tercer Reich.
Theodor Maunz, Ministro de Educación y de Cultura de Baviera, en 1943, dirá: “Las ordenes del Fuhrer son el centro indiscutido del presente sistema jurídico”. Eichmann lo interpreto de la siguiente manera “lo hecho, hecho esta” y “el arrepentimiento es cosa de niños”. Argumentó que él no era un canalla y que hubiera llevado un peso en el corazón en el caso de que no hubiera cumplido las órdenes recibidas, de enviar a la muerte a millones de hombres, mujeres y niños con a mayor meticulosidad y diligencia.
Sus psiquiatras habían diagnosticado que era un hombre normal. Uno de ellos había dicho, que con relación a su familia, más que normal era ejemplar. El sacerdote que lo visitó en su celda, dijo que era un hombre con “ideas muy positivas”. Peor todavía, no constituía un caso de anormal odio a los judíos ni un fanático antisemita, como si lo eran otros de sus compinches. “No tuve nada contra los judíos y muchas razones para no odiarlos” Y de hecho era así. Tuvo familiares políticos judíos por los cuales intercedió, admiró la teoría del sionismo, por cuanto era una teoría nacionalista e idealista, y salvó jóvenes cuyo destino era Palestina, efectuando un determinado intercambio, a cambio de lo cual mandó al resto de una población a la cámara de gas. Solo que leyes son leyes.
Nadie del tribunal admitió que era una persona normal, que no era un cínico, ni un débil mental, ni un doctrinario que fuera incapaz de distinguir el bien del mal. Los jueces prefirieron creer que estaban ante un mentiroso y eludieron la mayor dificultad moral y jurídica del caso.
Cuando ingresó al partido nazi, se especializo en la emigración de los judíos. Coincidió con las primeras épocas en que los judíos creyeron que con las “Leyes de Nuremberg” que reglaban sus vidas iban a poder permitirles coexistir con los nazis. Por ese entonces Eichmann actuaba como espía en las reuniones sionistas, único grupo al que llegó a conocer. Él se reclamó como un gran idealista. Con quien tuvo ocasión de negociar fue con Rudolf Kastner, un dirigente judío, con quien acordó la salida ilegal de varios miles de judíos a Palestina a cambio de que hubiera “paz y orden” en los campos de concentración. Los judíos jóvenes “eran el mejor material biológico” para emigrar a Palestina. R Kastner fue juzgado en Israel como colaboracionista de Eichmann, según un juez “había vendido su alma al diablo”
Se nos crean entonces preguntas: Eichmann se reclamaba un idealista y su colaborador judío que no actuó por favores a su familia u otros motivos mezquinos, también fue un idealista. Las ideas, cuando se imponen como mandatos del Súper Yo, pueden llegar a herir y masacrar el cuerpo de la víctima.
¿Qué entidad tienen? ¿Cómo orillamos la relación entre la ley externa pero que se hace interna, la voz de la conciencia y la justicia? ¿Por qué el cumplir las leyes de la muerte a rajatabla, le dio tanta satisfacción a Eichmann?
La ley, o la razón, cuando pierden toda relación con la piedad, nos van a dar lo que está en su centro, esto es el capricho de un amo. Que esconde tal capricho en nombre de la razón, la ley o la técnica. El amo de turno la justificará con la razón de turno.
Propongo que unamos el concepto, cumplir las leyes, con satisfacer al padre. Esto estaría del lado de un padre ley, padre que se completa en la ley, padre que no se interroga, padre que goza siendo él toda la ley. No lo puedo pensar como un padre fuera de la ley, porque el nazismo no fue fuera de la ley, pero si lo puedo pensar como un padre que goza la ley. Es casi una contradicción, porque la ley reprime el goce, lo normatiza. A menos que podamos pensar la ley vía la voz del Súper Yo en donde ya no estemos en presencia de una pura ley sin objeto sino que el objeto -vos- es el que se impone. No es entonces una ley sin objeto. Es una ley que esconde que goza de un objeto. Un objeto que se esconde a la conciencia, porque es la conciencia. No se puede ver a sí misma. La voz que ordena gozar es la conciencia. Por eso la conciencia puede ser tan asesina, porque detrás de ella está el goce desatado, el goce de la muerte.
Particularmente A. Eichmann revelaba como el inconsciente es lo dicho por el Otro, aplicando esta verdad con un sesgo muy particular. Repetía la misma cantinela como una letanía, sin salirse del discurso estereotipado y sin ninguna posibilidad de pensar desde el punto de vista del otro. Él y “sus judíos” de Viena pensaban y querían lo mismo, y al repetirlo no se daba cuenta de lo atroz de la narración. Dirigiendo desde su oficina de emigración forzosa, en Viena, los organizaba y el Estado los esquilmaba y sojuzgados, colaboraban y él sacaba su conclusión: estaban unidos por un destino común. Todas estas historias las contaba a sus interrogadores en Israel, en los cuales esperaba encontrar “simpatía, normal, humana”.
¿Es un caso antológico de mala fe, de mentiroso autoengaño, combinado con estupidez ultrajante? ¿O es el caso de un criminal impenitente, que no puede enfrentarse con la realidad, porque su crimen ha pasado a ser parte de ella? Eichmann necesitaba volver a su pasado, por eso habla con respeto de criminales confesos, juzgados y ajusticiados, porque necesita sentirse en armonía.
Y la sociedad alemana nazi, había sido resguardada de la realidad por el mismo autoengaño, mentiras y estupidez que impregnaban la mente de Eichmann.
La mentira más eficaz fue tal vez el slogan “la batalla del destino del pueblo alemán”. Porque se inducía a creer que la guerra la había originado el destino y no Alemania y que era cuestión de morir o matar, como única salida. La mente de Eichmann estaba repleta de frases hechas, de clichés que buscaban darle sistemáticamente satisfacción. Para cada periodo de su vida tuvo un cliché de satisfacción. A pesar de los esfuerzos del fiscal, cualquiera podía darse cuenta que ese hombre no era un monstruo, pero en realidad se hizo difícil no creer que era un payaso. Un payaso que deja pasar un real horroroso. Y ese hombre era parte de un engranaje que había matado 5.000.000 de judíos luego de transformarlos en deshechos.
J. Lacan, en el Seminario X, La angustia, en la clase del 16 de enero de l963, nos dirá que el sádico busca más que el dolor físico, busca encontrar el punto de angustia que nos autentifique que no está perdido, que el ser existe. Cuando en la provincia de Tucumán, asesinos represores pateaban, escupían e insultaban a una joven de 16 años, mientras ella paria, atada ¿Qué buscaban? Eso tan evanescente, la pregunta por el ser para el género humano, es lo que busca el sádico. Busca, llevando al otro a la angustia, autentificar que la barra está en el otro. Que la división es en el otro, y de esa forma garantizar un ser completo-7- Un ser completo del lado del nazismo. Todo el trabajo del nazismo fue para que la esquicia se produjera en el otro, en los desechos. Para eso fue necesario transformarlos en deshechos.
El primer gran trabajo de Eichmann fue la organización de la emigración forzada. Luego de la conferencia de Wansee, en la cual se determinó la Solución Final, es decir el exterminio físico, su tarea fue organizar el traslado a los campos de concentración y exterminio.
Fue siempre un hombre “objetivo” que hablaba de los campos de concentración en términos de “administración” y de los campos de exterminio en términos de “economía”, típico de la mentalidad de los S.S. El Dr. Servatius, su defensor, dijo que matar utilizando gas era un asunto medico. Interrogado por el juez Halavi, dijo que no había sido un lapsus-linguae, era así “porque lo habían ordenado médicos”. Esto es el ejemplo más claro de que toda orden así entendida lleva en su corazón la orden de matar.
Revela la escisión del sujeto, que se libera de ella por la muerte, la muerte del prójimo. Dejaron atrás su división de sujetos barrados, a costa de la muerte del prójimo. Fueron idealistas del ser, la esencia, el alma, el uno, la unidad y para conseguir eso incendiaron el mundo, y a las almas impuras las mandaron al cielo, por la chimenea de los crematorios.
El Dr. Servatius sabía muy bien de los asuntos médicos del 3º Reich, defendió al médico personal de Hitler, el director general de Higiene y Salud y jefe del programa de Eutanasia. Su defendido fue ahorcado.
. El 1º de septiembre de 1939, de distintas maneras se trasladaron y concentraron contingentes en los campos de concentración al mismo tiempo que en la retaguardia soviética, batallones de hombres comunes, no especialmente criminales, mataban a tiros a millones de personas
LA SOLUCIÓN FINAL: MATAR.
La tan deseada solución final deseada por el régimen nazi, el exterminio físico de todos los judíos, fue decretada en Wansee, un suburbio muy elegante de Berlín, dónde varios jerarcas habían trabajado desde el comienzo de la guerra para conseguir ese fin.
Ya desde el principio de la guerra se mataba, haciéndolo a tiros en el este europeo. Habían practicado con sus propios débiles mentales y otros enfermos alemanes, en sus propias líneas de montaje de la muerte desde 1939. La protesta de las instituciones civiles y religiosas paró esta matanza, pero la experiencia ya estaba hecha. También la matanza de sus propios heridos en la línea de combate era un hecho frecuente.
Eichmann fue el encargado de mostrar a la Cruz Roja un campo de concentración, el de Therensienstadt, que había sido preparado como pantalla, para mostrar al mundo prisioneros en condiciones de ser canjeados o antiguos héroes judíos de la primera guerra mundial. Siendo Eichmann en la escala militar “un portador de secretos”, estaba perfectamente preparado para engañar. La gran facilidad con que las frases hechas y las palabras rimbombantes impresionaban a Eichmann, junto con su incapacidad de hablar normalmente, le hicieron un sujeto ideal para el empleo del lenguaje en clave. Sean cuales fueran las razones por las que se decidió el lenguaje en clave, resulto eficaz para el mantenimiento del orden y serenidad en las poblaciones judías. Es muy interesante el análisis de este tipo de lenguaje eufemístico, mentiroso y elíptico porque fue propio del régimen, y tuvo una enorme trascendencia. Engañaban y se engañaban. Aun así, los cuerpos apilados, ensangrentados, gaseados, con chorros de sangre saliendo de la tierra les recordaba su misión, que era arrojar a ese resto, los judíos, al más allá, para confirmar la pureza de su ser.
Eichmann recalcaba, que no podía ver sangre, “me parecía monstruoso, no soy lo bastante duro”. No podía ver el gaseamiento en los camiones, pero si sabía perfectamente que se estaba haciendo. No quiso ver, solo quiso cumplir órdenes. Se preservo de ver, pero no de oír órdenes que mandaban matar. Y muy entusiastamente se plegó a oír y a dar órdenes para la organización de a muerte.
Eichmann vio justamente lo necesario para estar enterado del modo en que la máquina de la destrucción funcionaba, para saber que había 2 modos de matar: el gaseamiento y el disparo de armas de fuego. Y sabía además que en los campos se tomaban medidas para engañar a las víctimas. Parte del juicio fue determinar si se hallaba en condiciones de apreciar la enormidad de sus actos, de saber si era jurídicamente responsable. Dijo que “no corrió nunca peligro de muerte inmediata” en caso que se hubiera negado a hacer sus tareas, y aseguraba con gran orgullo “que había cumplido con su deber” y que siempre había obedecido las órdenes tal como su juramento lo exigía. La defensa no alegó la concurrencia de “ordenes superiores” sino de “actos de Estado” y solicitó la absolución sobre esa base.
Los “actos de estado” se hallan fuera del ámbito del poder judicial. Ni Hitler hubiera podido ser juzgado. Y la pregunta que el tribunal no hizo, dado que no revestía interés jurídico, pero si político y por supuesto psicológico, es cuánto tiempo necesita una persona para vencer la innata repugnancia hacia el crimen y el delito. La conclusión es que en Alemania nazi, la conciencia se había perdido, y que su nuevo conjunto de valores, carecía de valor en el resto del mundo.
¿Pero se había perdido la conciencia? ¿O ella estaba armada para ser un reservorio de muerte? ¿La conciencia es conciencia porque es buena? ¿Entre hacer el bien y la conciencia, qué relación hay? ¿Los nazis no hacían el bien, cuando mataban piojos, restos, judíos? ¿Las dictaduras sudamericanas, cuando torturaban niños delante de sus padres o picaneaban úteros embarazados, lo hacían al costado de sus conciencias o lo hacían sin sus conciencias?
Creo que el rol de la conciencia, cuando se presenta como imperativo categórico y arrasa con la piedad, puede transformar a cualquier pueblo en asesino de masas. Lo que se grababa en la mente de aquellos hombres, que se habían convertido en asesinos, era la simple idea de estar dedicados a una tarea histórica, grandiosa, única (una gran misión que se realiza una sola vez en mil años) que en consecuencia, constituía una pesada carga. Cuando el otro es un mero objeto de descarga pulsional, y yo ya he demostrado que la conciencia puede estar al servicio del goce nefasto del otro, y no prima el reconocimiento del horror al dolor, campea la pulsión de muerte.
No eran sádicos individuales, ni tampoco homicidas por naturaleza, y los jefes hacían un esfuerzo por eliminar aquellos que experimentaban un placer físico al cumplir su misión.
Los jefes de las tropas “Einsattzgruppen”, los que mataban a tiros a muchos millones de personas, en la Unión Soviética, tenían todos títulos universitarios. No había que dormir su conciencia, por supuesto que no, porque era con la conciencia que cometían los peores crímenes, con su conciencia no perdida, ni arriada, ni distinta, ni nefasta. Porque ese es el rol que también puede cumplir la conciencia, que no es otra cosa que el rol del fantasma, en donde un sujeto se barra por la presencia del a, es decir del objeto que es imposible para la vida humana. Pero si ese a que divide al sujeto, pasa a ser negado, cosificado, arrojado a un submundo de deshechos, donde ya no hay que taparlo, sino arrojarlo para no sentir angustia, estamos en presencia de la segregación, que hecha experiencia social, es mortal. La conciencia buscando certezas traspasó lo imposible. Imposible que la vida sea de esa forma. La vida judía o la vida alemana. La fantástica idea de vivir sin angustia es irrealizable. No había que dormir su conciencia, sino que había que eliminar la piedad meramente instintiva que todo hombre normal experimenta ante el espectáculo del sufrimiento físico. Hacían una inversión, un desplazamiento de sentido, en lugar de decir “Que horrible es lo que hago a los demás” decían “Que horribles espectáculos tengo que contemplar”.
Las inversiones fueron varias, en lugar de decir “asesinato”, decían “el derecho a una muerte sin dolor”. El amor por la muerte era infinito y se volvía sobre ellos mismos. En 1942, había equipos que ayudaban a morir a los heridos en la nieve y en el hielo. En las charlas educativas que daban a su población, se ponía de manifiesto la gran bondad de Hitler, que tenía preparada la muerte con gas para toda la población, en caso que la guerra no terminara en victoria. Tanto buen y caro gas gastado en los judíos. Tanto amor por la muerte, la propia y la ajena. Aunque se defendieran como ratas ante el avance soviético, su compromiso y amor por la muerte se presentaba desde el vamos. Eichmann dijo que el factor que más lo tranquilizó, que más tranquilizó a su conciencia, fue que no encontró a nadie, absolutamente a nadie, que se mostrara contrario a la solución final.
El juicio en Jerusalem mostró que un burócrata que actúa de acuerdo a su conciencia, puede ser y fue el mayor asesino que perteneció a la raza humana. Eichmann fue un burócrata infatigable que pagó por su formación, que fue un idealista, es decir que actuó por una idea, la idea de la muerte, que su conciencia, al igual que muchos alemanes nazis estaba en armonía consigo misma. Que tomaba frases de sus jerarcas para justificar “que estas serán batallas que las futuras generaciones no tendrán que dar”
LOS JUDENRAT
El nazismo en su rol asesino de la honorabilidad de la vida arrasó también con la conciencia de sus víctimas y transformo a la dirigencia judía en un apéndice de su organización asesina, consiguiéndolo en gran parte. Desde el comienzo, todo tipo de organización judía fue considerado un apéndice de los planes nazis y así fue instrumentado.
El papel que desempeñaron los dirigentes judíos, los judenrat, en la destrucción de su pueblo, constituye uno de los más tenebrosos capítulos de la tenebrosa historia de los padecimientos judíos de Europa. Debemos diferenciar los que salvaron su familia o sus intereses, de los que engañados y-o sin ninguna otra opción, claudicaron sin ninguna otra elección y sin ningún beneficio personal. Algunos de ellos se suicidaron en respeto a la frase “deja que te maten pero no cruces esa línea”. Los consejos judíos cumplieron una importante y desastrosa función contra los esfuerzos de los rebeldes judíos que junto a los partisanos de todos los países ofrecían oposición al ocupante nazi. En la misma línea se puede situar el papel de la policía judía, nombrada por los nazis.
El espectro político de la oposición al nazismo tomaba a todo el espectro político presente antes de la guerra y la ocupación, los comunistas, los combatientes sionistas, el Bund, judíos obreros de izquierda y la izquierda en general. El punto más importante de toda esta resistencia es que los combatientes fueron los jóvenes. Dadas las circunstancias imperantes el que hubiera una minoría que pudiera oponerse, era un milagro.
Eichmann reconoció que la colaboración era la piedra angular de la política nazi con relación a los judíos. Si no hubiera habido organización y colaboración, seguro que hubiera habido caos, pero la matanza no hubiera llegado a 5.000.000 de personas. Todo esto da cuenta del colapso moral que introdujo el nazismo en Alemania, en Europa y entre los judíos.
Muchos países, cuando juzgaron los crímenes nazis, juzgaron el papel de los judenrat como parte de los colaboracionistas con los nazis, y merecieron las penas adecuadas.
LAS VOCES DE LA CONCIENCIA
No tuvo Eichmann que cerrar la voz de la conciencia, no porque no tuviera conciencia, sino porque la conciencia hablaba con voz respetable, con la voz de la respetable sociedad que lo rodeaba. Aun así, la acusación se basó en que llevo su tarea con más celo que el exigido por el cumplimiento del deber. Dirá “Nadie vino a reprocharme ni un solo acto realizado por mí en el cumplimiento de mis deberes” a lo sumo “que aliviara el sufrimiento” Para aliviar el sufrimiento, Eichmann entendió que se debían establecer diferentes categorías de judíos. Y entonces se establecieron categorías de judíos privilegiados, diferenciados de la gran masa. Y ese fue el inicio del colapso moral de la respetable sociedad judía. No es genuinamente correcto elegir un judío de privilegio por otro anónimo. No hay nada que justifique que una vida vale más que otra. Creo que lo perverso de toda esta situación no es elegir una vida por otra, sino situar un pueblo, indefenso, desarmado, torturado, hambreado, en esta dicotomía. No solamente quisieron quitarles a los judíos la vida, también quisieron quitarles su humanidad, para poder justificar sus crímenes.
Aun así, para un nazi un judío fue siempre un judío, y gran parte de los judenrat, terminaron en los crematorios. La trampa tendida era la observación de ciertas excepciones, a fin de cumplir la norma general. Y la norma general era la matanza y el asesinato.
La matanza de todo lo excluido, de todo lo que deviene cosa. Recordemos que todos los nombres con los que se nombraba a los judíos, se referían a su condición de cosa o de desecho. Eran nombrados como productos de excreción del cuerpo humano, basuras, parásitos, etc. Estaban en el conjunto de todo aquello que deviene cosa. Todo lo que deviene excluido, marginado y expulsado. Podemos pensar la noción que en el psicoanálisis se nombra como objeto a. Objeto que es resto o remanente de la división subjetiva. Objeto que angustia, objeto que habla de una unidad imposible para el ser humano.
Si ese resto desaparece existe la posibilidad que la completitud sea alcanzada, que la angustia no emerja. Tengamos presente que la angustia es función de la aparición del objeto a. Toda la fantasía de la filosofía inherente al régimen nazi, cabalgaba sobre la creencia de la posibilidad de un reinado de la naturaleza.
Este Reinado de la Naturaleza, por fuera de las categorías de pensamiento de la modernidad y de la ciencia, se encuentra en un deseo de volver a lo más primitivo, a la madre tierra como añoranza. Este es un recorte de la realidad, de la misma forma que lo hace el inconsciente. Podemos pensar entonces en la fortaleza de la teoría nazi, porque si el inconsciente es un recorte de la realidad, o constituye la primera organización de la realidad, todo lo que queda por fuera va a constituir ese resto innombrable, del cual se tendrá añoranza. Fue una filosofía que prometió negar la división del ser humano, por la eliminación del resto, personificado por los judíos, o el comunismo, garantizara la protección de un padre todo poderoso y de la madre naturaleza. Hitler y el campo añorado constituían una unidad.
La ideología filosófica, era que la vuelta a la naturaleza junto al trabajo manual los salvaría de toda degradación. Un todo de una satisfacción pulsión imposible, que solo un fantasma perverso podía creer capaz como realización.
Lo poderoso de este pensamiento, y de ahí la atracción fatal que entraña es su promesa de completitud, es una completitud imposible para el ser parlante, porque la pulsión sólo se logra de borde, de satisfacciones de contorneo, de objetos parciales. Pero la atracción es mortífera, de ahí las adhesiones mortíferas que acarrea. Si el inconsciente es un saber de lo real quiere decir que el inconsciente no es lo real, que está separado, que tiene hambre de real. El nazismo fue un real mortífero, de la mano de lo más real que hay en el inconsciente, el goce ordenado por el imperativo categórico que se expresa en el superyó.
Lo “heterológico”, lo que en anatomía patológica designa los tejidos mórbidos, es la ciencia de lo irrecuperable, su objeto es “lo improductivo”, por excelencia. Es decir los deshechos, la inmundicia, los excrementos. Todos estos eran los nombres de los judíos. El lugar al cual eran proyectados como lo improductivo de la economía, así lo garantizaba. El que tuvieran otros puestos en la cadena de la producción podía ser perfectamente negado.
Esa realidad heterogénea, era la parte maldita de la sociedad. Esa parte maldita es el residuo no asimilable, lo irracional, lo opaco de lo real. Es ese residuo lo que en última instancia aplasta y sofoca. Matar al residuo, que angustia fue la tarea del nazismo. Sólo que la vida sin angustia no es vida humana. Es solo una ilusión. Es a esa ilusión que Stalingrado, en su batalla, dijo no, y cambió la historia del mundo.
Con respecto a si había judíos que no constituían un resto, Himmler dirá, “hay 80.000.000 de alemanes y todos ellos tienen un judío decente”, había que ser fuerte para soportar dejar morir a cada uno de esos judíos decentes.
Tal como dijo Eichmann, el no cumplía órdenes, él cumplía la ley, basada en las ordenes del Fuhrer. Y en ese camino declaro que él había vivido en consonancia con los preceptos morales de Kant. H. Arendt se indigna diciendo que la filosofía kantiana está estrechamente ligada a la facultad humana de juzgar y elegir. Aun así, la noción alemana era que se debía actuar con la convicción de ir más allá del cumplimiento del deber. Pero concluye H. Arendt, una ley es una ley y no cabían excepciones y si Eichmann se equivoco, según su propia concepción, fue cuando perdonó a un medio judío, primo suyo, y pidió perdón a sus superiores. No, no había excepciones, nunca soportó los compromisos de negociar que se hicieron con judíos ricos, que a cambio de ceder sus empresas lograban emigrar. Se tomaba en serio sus obligaciones y no perdonaba.
Kastner, el negociador de parte de los judíos, que salvó a su familia, fue asesinado anónimamente en Israel.
Con respecto a Eichmann, no cabe ni siquiera discutir, hizo cuanto estuvo en su mano para qué la solución final fuera verdaderamente final y definitiva. Pero, como sea, cumplió con su conciencia, con su conciencia criminal donde el odio reinaba y el mundo se hundía en las tinieblas, donde él para salvarse de la angustia, hundía a todo el que no confirmara su ser.
Cuando la guerra se perdía pidió telegramas a Hitler autorizando la muerte de los judíos, en las marchas de la muerte. La orden de Hitler recibió el tratamiento propio de una ley y el cumplimiento de esa ley los había convertido a todos en criminales. La ley de Hitler exigía que la voz de la conciencia les dijera a todos “debes matar”. El mal era ser débil, el soberano bien era “Mataras”. Las últimas palabras de Eichmann, puros clichés, ante su muerte, revelan la terrible banalidad del mal, ante el cual nos inclinamos impotentes. Murió vivando a la Argentina, a Austria y a Alemania.
El centro del crimen de Eichmann fue que sus delitos fueron cometidos bajo el imperio de un ordenamiento jurídico criminal y por un estado criminal.
Eichmann, su conciencia y el estado alemán, eran criminales y estos crímenes no habían sido cometidos con fines meramente utilitarios, sino que eran delitos contra la humanidad, cuyo propósito carecía de precedentes.-
Lo más grave en el caso de Eichmann fue que hubo muchos hombres como él, y que
Precisamente estos hombres no fueron ni pervertidos ni sádicos, sino que fueron y siguen siendo terroríficamente normales. Aun así tus crímenes son contra la humanidad, con la cual no has querido compartir la tierra. Ahora la humanidad no desea compartir la tierra contigo, ese es el motivo por el que has de ser ahorcado.
Sus cenizas fueron esparcidas en el Mediterráneo.
BIBLIGRAFIA
-1-Levy Primo-Si esto es un hombre. El Aleph.
-1-Arendt Hannah Eichmann en Jerusalén. Un Estudio sobre la Banalidad del Mal. Lumen. 1999
-3-Hilberg Roul. The Destruccion of the European Jews. Chicago. 1961
-4-Lacan J. Le Sinthome. Seminario 23. Escuela Freudiana de Bs. As.
-5-Rousset David .Le jour de Notre Mort. 1947.
-6-Lacan J. Seminario X La angustia, Clase del 16 de enero de 1963
CAPITULO 4
CUANDO LAS LEYES MATAN
LA BANALIDAD DEL MAL. LA PERVERSIÓN COMO SISTEMA.
EL HORROR A LO DISTINTO.
En junio de 1964 en un seminario titulado Los Cuatro Conceptos, Lacan escribió que en el crimen a la humanidad que constituyó Auschwitz, la clave la estableció la sumisión a un Dios Oscuro, una forma suprema de sacrificio a un Gran Otro. Ese Gran Otro no sería otra cosa que el imperativo de la Ley, que la historiadora Hannah Arendt descubre y describe en el proceso a Adolf Eichmann, el gran verdugo.
El origen de todo esto ya puede rastrearse en el Marqués de Sade. De la lectura de sus textos surge el concepto de la elaboración de una ley a la que tienen que someterse todos, someterse a un Otro que podría gozar sin medida. ”Debes gozar” será la norma del Marqués de Sade.
El Marqués de Sade entronizará una nueva ley, que descubrirá el mal que anida en todos. Esta ley dirá, que todos pueden gozar del cuerpo de la víctima. Kant, en su Crítica de la Razón Práctica, postulará que es necesario cumplir las máximas de la moral, de la ley, independientemente de la relación a los sentimientos por el objeto.
Sade es el paso inaugural de una subversión y Kant es el punto de viraje ocho años antes. Esta sumisión a las leyes es sumisión a un real último, a las letras como real que obligan a gozar. Veo dos dimensiones de la ley, puro simbolismo y entronque con el puro real.
Si la esencia del sujeto es el deseo, y el deseo es la carencia de objeto posible de satisfacción plena, siempre se trata de un posible contorneo, de una relación de borde con el objeto, ¿De qué se trató acá? ¿Se incendió la humanidad, el mayor crimen cometido contra la humanidad ocurrió por la aplicación de la ley? ¿De qué tratan las leyes? ¿Cuál es su materia? Interroguémoslas.
Sade, cuando pule el diamante del mal a su punto de salvajismo, nos anticipa la perla del descubrimiento freudiano, que es la pulsión de muerte, inscripta por Freud en el corazón del malestar en la cultura.
Uniendo Kant con Sade, el bien con el mal, Lacan nos introduce en una versión del término Holocausto. Propone universalizarla, hacer de Auschwitz la tragedia del siglo propia de la humanidad entera.
En Kant con Sade, Lacan expresará: ”Kant es más verdadero que Spinoza, y yo he probado que la Teoría de la conciencia, como escribe él, de la razón práctica, no se sostiene, sino por dar una especificidad a la ley moral, que de examinarla de cerca, no es otra cosa que el deseo, en estado puro, ese mismo que desemboca en el sacrificio. Hablando con propiedad, de todo lo que es objeto del amor en la ternura humana, no sólo, en el rechazo del objeto patológico, sino en efecto a su sacrificio y a su asesinato, por eso he escrito, Kant con Sade” .
El mal en el sentido de Sade era presentado como un equivalente del bien según Kant. Los dos autores anuncian la sumisión de un sujeto a la Ley. Para Sade ”Debes gozar” es un derecho ilimitado de la monstruosidad todopoderosa, en Kant se va un paso más allá y se dice: ”Debes prescindir de la piedad por el objeto”. Lacan concluye que unir a Sade con Kant permite unir el mal con el bien. Tendrás derecho de gozar, y a eso estás obligado por una orden que te exime de culpa.
Lacan está muy cerca de la historiadora H. Arendt, cuando ve que para el criminal Eichmann el carácter infamante no contaba para nada ante el carácter imperativo de la orden misma. No había pathos. No había sentimientos. Muchas veces no había ni odio. Sólo un plan. Eichmann había obedecido sin ninguna culpabilidad a la orden criminal del genocidio.
Las Leyes, es decir el sometimiento al orden simbólico, cuando son aberrantes ¿qué espacio dejan a un sujeto?
Tenemos la libertad de desear en vano, el concepto de libertad es el único por el cual se muere, es decir que tenemos la libertad de luchar por la libertad del deseo.
Las leyes del nazismo, que obligaban a llevar al paroxismo la aplicación de las normas, conllevan una potencia de goce que arrasa con la vida. El mito de una idea, la de la sangre superior, se transforma en la mayor matanza de la historia. Una idea, una pura ideología, fuera de la piedad por el objeto, se transformaba en el mayor motor de asesinato de la historia. Kant con Sade escribieron juntos el campo de concentración.
La pura norma, absoluta, lleva en sí el meollo que todo simbolismo tiene. Este es el simbolismo de la muerte. No hay salida en el puro simbolismo porque su idea es la de simbolizar la muerte. Y creo que ser tributarios del puro simbolismo es permitir que sobrevuele pulsión de muerte sobre pulsión de vida. Ningún tipo de entrelazamiento, y eso fue el campo de concentración.
En Los Cuatro Conceptos, Lacan, en el capítulo 20 cuyo título es: ”En ti más que tú”, nos habla del objeto voz, que en Alemania nazi fue uno solo y fue aullido, y del objeto mirada, el dar a ver. Y en Alemania, se dio a ver en paradas militares, creo que toda la guerra fue un dar a ver, como lugar del goce más allá del placer.
Lacan elabora la tesis que en el objeto de nuestros deseos intentamos encontrar el testimonio de la presencia de ese Otro, que llamará el Dios Oscuro.
Ese es el sentido eterno del sacrificio al que nadie se resiste. Esa ley moral que fue el nazismo, como imperativo de goce más allá de la homeostasis, no es más que el deseo en estado puro, el mismo que desemboca en el sacrificio propiamente dicho de todo objeto de amor en su humana ternura. Ese amor que la teoría lacaniana no degrada sino en su aspecto narcisístico.
La superación del odio Lacan la propondrá primero vía la pacificación por la metáfora paterna. Más tarde, en Le Sinthome, lo teorizará de la siguiente forma: propone abrochar de otra forma el cuarto nudo, lugar de la pulsión, el Sinthome, en lo que tiene de real. Trabajar el concepto del nombre del Padre para ir desgastando el goce. El sujeto confrontado al significante primordial o abrochado por el cuarto nudo, podrá acceder a la significación de un amor sin límites que está afuera de la ley paterna, único lugar donde puede vivir.
El nudo que hace el nombre del Padre nos da necesariamente un síntoma, en éste hay goce, goce necesario por la pérdida del ser, en este caso se intenta recobrar en el más allá del principio del placer, en el aullido del campo de concentración. La Ley tiene como reverso el intento de recuperar el goce. De demasiado goce se muere o se mata.
Concentrar, concentración, Auschwitz. Insisto en que allí se gozó. Creo que lo que intento encontrar no es un ideal que mal tapone el retorno no elaborado de la dimensión superyoica. Estoy buscando una contraposición más sutil que ideal versus goce. Algo más del lado de la posibilidad de desgastar el goce del imperativo categórico de muerte que allí campeó.
Aparece la forma suprema del sacrificio al Dios Oscuro, que fue el Holocausto, y Hitler va a decir que todo lo hace por el reinado de la naturaleza y por Dios. Hacer todo por un Todo.
Creo que el Holocausto, que significa sacrificio voluntario, no está del lado de los judíos sino del lado alemán, que sacrificó y concentró para llevar a los judíos y al comunismo más allá del placer y lo que está más allá del placer en psicoanálisis se llama goce, los alemanes fueron el instrumento que llevó al Otro al goce, es decir a la muerte. Lo hicieron para tener constancia de la consistencia del goce del Otro y recuperar un Ser para los alemanes. Pero un ser obtenido por la muerte de otros es un ser para la muerte.
FREUD Y LA PULSIÓN DE MUERTE
Clave de la brillantez del descubrimiento freudiano es el sentido de la repetición en el ser que habla. Y la repetición es vía un goce, imposible, mortal para el ser que habla. Me refiero a recuperar todo el goce, sin límites y sin piedad por la víctima. Es lo que está más allá del principio del placer y este es un eje para entender el holocausto. Trataré de interrogar un saber que no le de consistencia al goce del Otro y que no caiga en la obscenidad. Que no sea del límite de la relación de lo simbólico y de lo imaginario.
Lacan va a señalar en Le Sinthome que allí radica el sentido. Intentaré, en ese límite imposible, interrogar al goce que apunta a lo real, es decir al sin sentido. Porque una de las variables del Holocausto judío, creo que es el sin sentido. Porque allí hubo un desborde de Real, vía la ley. Vía lo mortífero que toda ley lleva.
SIN LA LEY NO PODEMOS VIVIR, PERO LA HUMANIDAD SIN PIEDAD POR LA VÍCTIMA DESAPARECERÁ
El psicoanálisis se creó para saber una verdad. ¿Pero qué es la verdad como saber? ¿Cómo saber algo que no podemos atrapar con palabras, con significantes? Esto es un enigma. Y un enigma es algo que transita entre enunciado y enunciación. Intentaré este escrito de orilla, de borde, porque decir el Holocausto es imposible. Por la misma estructura de discurso, que existe en relación a una falla o falta, se articula el instinto de muerte. Hablamos, los humanos, por la represión edipica. Hablamos y deseamos porque hay represión. Deseo es anverso y reverso de represión. Ahí mismo se articula el instinto de muerte. Y siempre se manifiesta a través de la repetición. La repetición es un ciclo que supone la desaparición de la vida y el retorno de lo inanimado.
Una sola raza y esto era hasta el paroxismo en su repetición. Su pasión por la muerte, sus calaveras, su falta de piedad, su falta de asco y de odio ante los cuerpos desgarrados, constituyen el goce.
El principio del placer que no es más que el principio de tensión mínima que debe mantenerse para que subsista la vida, el que mantiene el límite en lo que al goce se refiere. Ahora bien, el significante se introduce como aparato de goce, en cuanto que la pulsión está alojada en sus intersticios. Porque hay rasgo unario, es decir la primera marca que nos separa del reino animal y nos hace personas, hay pérdida de naturalidad, entonces se repite para encontrar eso perdido.
LA DESTRUCCIÓN PSICOLÓGICA EN LOS CAMPOS DE LA MUERTE.
EL UNIVERSO CONCENTRACIONARIO. EL TERRITORIO DEL MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DEL PLACER.
Creo que el campo de concentración unió una marca en el cuerpo, marcó unos números, desechó objetos, judíos, disidentes políticos, gitanos, para dar un ser a los nazis. Solo que ese ser, de esa forma, no podía ser más que el ser de la muerte.
Creo que el objeto voz, que llegó a los nazis en forma de aullidos, ordenes y gritos, con cadencias que volvían siempre al mismo punto, estuvo presente en ese gozar del régimen. La letanía de los discursos, con la irrupción de los gritos que llevaban la voz a un más allá de lo humano, nos pueden indicar que allí había un intento de recuperación del goce perdido.
Quizá también en esas paradas militares, en esa uniformidad guerrera, en el color militar, había algo dado a ver que gozaba.
Hubo algo de la cultura que falló, hubo algo del lado del 4to. Nudo o nombre del padre que no puede ser abrochado sin dar síntoma, que es la forma como Lacan va a llamar a nuestros padecimientos. En el mismo lugar del nombre del padre, hay un retorno vía lo Real del síntoma. El nazismo fue un retorno de lo Real, es decir lo imposible para el ser humano. Imposible que la vida sea de esa forma, vía la legalidad. Un extremo de legalidad nos trae un Real de muerte.
Sobre holocausto no siempre se pudo hablar. En los primeros años, a los sobrevivientes se los condenaba al silencio. Se decía que el holocausto sirvió para dar lugar a la creación del estado de Israel. H. Arendt va a decir que el holocausto no sirvió para nada. Es un buen decir. Porque una de las características del goce mortífero es que no sirve para nada. Es posible que si no hubieran tenido los alemanes tanta dedicación en la purificación del ser, les podría haber ido mejor en la guerra.
Lo inefable se hizo palabra, lo impensable fue escrito, clasificado y archivado para tenerlo disponible. Los nazis quisieron hacer existir al ser. Al sujeto como un objeto, como algo. Ahí ya no había equívocos. No había bien decir, como algo enigmático que rodea la cosa. Ahí existía el goce, el goce de Dios, como el goce de ser todo, que puede ser también el goce de la Naturaleza. El goce todo, sin agujero.
El goce de La Mujer, Cocina, Niños e Iglesia. Ése fue el grito de guerra del nazismo. Una mujer sin barradura. Una mujer completa. Es decir una mujer imposible.
BIBLIOGRAFÍA CITADA
Kant Manuel, Crítica de la Razón Pura. Editorial Porrúa, México, 1987, pág. 128
Michman D. El Holocausto, un Estudio Histórico. Tomo III. Universidad Abierta, Tel Aviv, Israel, 1989, pág. 49
Arendt Hannah, Eichmann en Jerusalem, un estudio sobre la banalidad del mal. Barcelona, Editorial Lumen, 1967.
Lacan Jacques, Escritos 2, Kant con Sade, Siglo XXI, México, 1984.
Lacan Jacques, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidos, Buenos Aires, 1987.
Compilado del Museo de la diáspora judía. Viaje a Polonia en busca de un mundo judío desaparecido. Beth Hatefutsoth, Tel Aviv, 1990.
CAPITULO 5
LA NEGACIÓN DEL HOLOCAUSTO
EL RESURGIMIENTO DEL NAZISMO
EL SIGNIFICANTE QUE DIVIDE
LA FALTA EN SER
Lo que se está tratando en el análisis de los crímenes del nazismo no es otra cosa que el análisis de los crímenes contra la humanidad perpetrados por los estados legales y en nombre de las leyes que los autorizan. El delito nacional de la discriminación legalizada y el delito internacional de la expulsión no carecían de precedentes, incluso en la época contemporánea. La discriminación legal había sido efectuada en todos los países balcánicos. Se trataba entonces de un ataque a la diversidad humana, a una de las características de la condición humana, sin la cual los términos de “humanidad” y “género humano” carecerían de sentido. Sin la diversidad de sus pueblos el género humano pierde la esencia que lo caracteriza. El género humano quedaría destruido si se permitieran que los estados cometieran tales delitos. La pregunta que me hago en la actualidad es la siguiente: si nuevamente estados nacionales se arrogan la decisión de inmiscuirse en otros estados nacionales, violando de todas las formas posibles su soberanía, y siendo avalados por las fuerzas internacionales, ¿tengo otra posibilidad que concluir en que la fuerza salvaje del intento de borrar de la faz de la tierra lo diverso, lo heterogéneo, todos los otros nombres del Otro, sigue tan vigente como durante el reinado del Tercer Reich? La desocupación de los jóvenes llega al 55 %, en amplios lugares del planeta, lo cual constituye un intento de borrarlos del mundo. La proliferación de la droga, avalada por los estados, es un intento de borrarlos como sujetos deseantes de la faz de la tierra. Hannah Arendt en “Eichmann en Jerusalem” va a decir: “la temible coincidencia del moderno y explosivo incremento de la población mundial con el descubrimiento de los medios técnicos que a través de la automatización, darán a amplios sectores de la población el carácter de “superfluos” incluso desde el punto de vista laboral y que por medio de la energía atómica, permiten hacer frente a esta doble amenaza, con instrumentos en comparación con los cuales las instalaciones de gaseamiento de Hitler parecen juguetes para el uso de niños con malas intenciones, debiera ser suficiente para inducirnos a temblar”
Se debe especialmente a esta razón, la que el delito contra la humanidad se repita, y de hecho se repite, que es necesario el consenso internacional para su penalización. Pero cuando los máximos exponentes internacionales no actúan más que como apéndices del poder hegemónico internacional, me refiero a la voluntad de los gobiernos de EEUU, la contención de la voluntad del amo y su capricho nuevamente están a la deriva. Que los hombres se autoricen a las más grandes matanzas en nombre de las leyes, seguirá oscureciendo que en el fondo, borrar de la faz de la tierra lo diverso, la otredad, no responde más que al capricho del amo, a su voluntad narcisista de perpetuarse igual a sí mismo, que no es más que el otro nombre de la muerte.
Cuando se deja de lado el salvajismo de la matanza para analizar que no fue cometida con el fin de eliminar la oposición al régimen, sino que fue efectuada para eliminar poblaciones enteras (delito que no podría encuadrarse en la necesidad del utilitarismo) y vemos que los judíos fueron asesinados a lo largo y ancho de Europa y su aniquilamiento no se debió al deseo de conseguir territorio para su posterior colonización por parte de los alemanes, aparece entonces la perla pulida de los delitos contra la humanidad, los que no tienen precedentes, es decir que el delito contra los judíos, gitanos, polacos y soviéticos, va más allá de ser un delito contra esos pueblos, constituye un delito contra la humanidad.
Desde el punto de vista jurídico esta normalidad de los asesinos es más terrorífica que todas las atrocidades juntas. Pero cuando las leyes sirven para injuriar al otro, por ser solamente otro, no son más que leyes que están al servicio de la desaparición del género humano. Que los asesinos se escuden en que las leyes los exculpan, no debe parar la comprensión de la justicia de lo criminal de su acto. Es criminal la ley que lo ampara y es criminal el individuo que la cumple.
En las etapas actuales de la humanidad, cuando estados nacionales proceden contra otros estados en nombre de leyes que terminan siendo absurdas o falsas, cuando la otredad está cada vez más negada, es el momento más indicado para ponernos a pensar y a actuar con respecto a las terribles consecuencias de la segregación.
Esta segregación viene de la mano no de una maldad supina, extrema, sino de la mano del odio, del miedo a lo distinto. Todas las matanzas actuales se realizan en nombre de la razón y actúan casi sin odios personales, operan burocráticamente, podemos decir que actúan con la banalidad del mal. Tal alejamiento de la realidad que producen al desgarrar los cuerpos de poblaciones enteras, y tal irreflexión pueden causar más daño que todos los malos instintos personales. Estamos nuevamente en presencia de matanzas administrativas.
Recordemos que Hitler tenía en su programa la eutanasia de sus propios ciudadanos enfermos de corazón o de pulmones, porque eran genéticamente lesionados a los cuales se les daría una muerte piadosa. El criterio selectivo por el cual pueden instrumentarse estas muertes variará de época en época, y pudiera llegar a darse que en un sistema económico basado en la automatización que exista en un futuro no lejano, apareciese la tentación de eliminar a los de un coeficiente de inteligencia que estén por debajo de cierto nivel.
Creo que la tesis de este trabajo de que todos los implicados en la maquinaria de la muerte, fuera cual fuera su función, están involucrados y su responsabilidad criminal acreditada está suficientemente demostrada. Aún así, queda para las generaciones actuales y futuras demostrar la responsabilidad criminal de los que se alzan contra de los pueblos en nombre de la extranjeridad del otro.
En este trabajo he intentado pensar las relaciones entre “acto de estado” y “acto de obediencia de órdenes superiores”. Si los actos de estado escapan a todo tipo de posibilidad de interrogación y de responsabilidades, ni siquiera Hitler hubiera podido ser juzgado, lo cual hubiera sido contrario al más elemental sentido de justicia. Creo que lo que debemos hacer es interrogar La Ley y el cumplimiento de esta Ley e interrogar esta ley cuando es una ley asesina. Es decir cuestionar a la ley cuando está basada en principios asesinos. Propongo examinar la política de los estados cuando se colocan fuera de la paridad que les otorga el derecho internacional. Ni la ley ni la conciencia que avale el acto criminal exime de la punibilidad del acto criminal. La voz de la conciencia, como lo ha desentrañado el psicoanálisis, puede muy bien estar al servicio de la pulsión de muerte.
Estamos analizando la naturaleza y función del juicio humano. Todos estos son procesos en los cuales los acusados están cometiendo delitos legales, así sean naciones las que las cometan.
Naciones en las cuales las sociedades respetables han dejado de prestar atención a preceptos tan hondos como el “no mataras”. El malestar en la cultura, ese concepto freudiano, está más presente que nunca revelando que la pulsión de muerte está inscripta en el corazón de los hombres, y que con ella habrá que laborar, o la humanidad correrá serios riesgos.
LA SEGREGACIÓN Y LA INTOLERANCIA A LO DISTINTO
La época actual nos muestra una extensión cada vez más dura de los procesos de segregación. Podemos pensar a los nazis como una reacción de precursores, en comparación con lo que se irá desarrollando, producto de la reorganización de los grupos sociales. Es decir que si ampliamos el simbolismo a límites insospechados, podemos llegar a caer en no hacernos cargo de las necesidades reales de los cuerpos individuales, grupales, aislados o continentales. El simbolismo hoy puede ser nombrado como la crisis financiera internacional. El nombre de crisis esconde los sujetos participantes, como si hubiese sido un fenómeno natural y no tuviera sectores beneficiados. La consigna _ que la crisis la pague el capital_ pone las cosas en su lugar.
Una pura universalización, una pura única verdad, quizás ahora sea el discurso obsceno de algún presidente mundial, de algún presidente autoproclamado enviado de dios guiando los destinos de toda la humanidad y borrando las diferencias que justamente nos tornan humanos. La universalización va a producir una segregación a límites insospechados, que por otro lado ayudará a enloquecer a los segregados. La universalización es el otro nombre del capital que solo busca su reproducción.
Segregar a un hombre, o a una sociedad, porque su consumo de goce no es igual a la del resto del mundo ¿no es la esencia del nazismo? ¿No es el corazón del nazismo? No creo que el antisemitismo se termine en los judíos. Los árabes son tan semitas como los judíos. Los palestinos son tan otros como los judíos. Si se segrega a un hombre o a una raza porque goza distinto, come, viste y piensa distinto, eso no es otra cosa que la pulsión de muerte que anida en el corazón del imperativo categórico, no importa de que se disfrace. O que argumento use.
La segregación y el exterminio van de la mano.
Ya no se trata del descubrimiento freudiano denominado “el malestar en la cultura” o de lo imposible de la sexualidad toda, completa, absoluta, para el ser parlante sino que se trata ahora de negar y tornar imposible cada goce particular, peculiar. Lo que esta época propone es la unificación de un goce universal. Se unificará y como contrapartida se segregará. Los nazis no han sido más que precursores. Se unificara en que algunos países son propietarios de una deuda y otros son deudores de una deuda que tomaron sus gobiernos y los bancos, pero de ninguna manera los pueblos. Se unificara en relación a una deuda que para algunos es la muerte y para otros excesos de goce. La deuda externa e interna segregara y arrojara de una vida digna y humana a países y continentes enteros. La muerte ahogada de la adolescente somalí, frente a las costas italianas, en una patera, es nada más que un ejemplo. La joven somalí había recientemente representado a su país como atleta en una competencia internacional.
EL DISCURSO DEL AMO
El desarrollo actual de la ciencia, si se aplica para la segregación, va a dejar a los nazis como meros precursores. Si la tecnología está al servicio de borrar la diferencia y los restos innombrables, que no son otra cosa que el nombre del objeto a, que divide y angustia, el porvenir de la humanidad será de muerte. Los nazis, con sus esfuerzos propios de los sádicos, que con mucha energía sirven a un amo para su completud, serán humildes adelantados.
Arrinconar el goce del otro, del diferente, a puro resto extraño, es una horrible voltereta de la ciencia y de la economía. Las dos pueden ayudar a liberarnos de nuestras calamidades o pueden arrojar a la mitad de la población del planeta a ser objeto de desecho. La tendencia imaginaria de pensar los beneficios de una sola civilización para todos por igual, es el lavado de cerebro más completo que se haya ideado.
Ni la maquinaria publicitaria del jerarca nazi, Goering, que funcionó tan perfectamente, hubiera imaginado un resultado tan tremendamente eficaz.
CUANDO SE BORRA EL CAMPO DEL OTRO.
O DE CÓMO NO NOS AMABAMOS NI UN POQUITO Y DE CÓMO NOS ODIÁBAMOS CON UNA CERTEZA DE SER
La propuesta del odio es llegar hasta tu cuerpo y desgarrarte. Soy, en la más profunda concepción ontológica, si te anulo en tu diferencia.
Cuando en el respeto al campo del Otro en su total alteridad, se le reconocen las distintas posibilidades de diferente goce, de recorrido disímil por el Otro significante, que es lo mas Otro que puede haber, aparece la real castración que nos torna humanos. O amamos lo mismo hasta el hartazgo y se producen todos los efectos de segregación o amamos la diversidad y aparece la tiche, el encuentro con lo distinto, y la vida humana toma su calidad diversa y rica.
El imperativo kantiano, duro, en su dureza propia de las ciencias físicas, impone una conducta reglada, sin elecciones, sin variaciones. “Actúa de tal manera que tu conducta se acomode a tu conciencia” Y si tu conciencia fue forjada por el dolor que inflige el significante al cuerpo, siempre te quedará un anhelo por el dolor. Y sobre todo por el dolor infligido al cuerpo del otro. Actuar en nombre de la conciencia, sin piedad por el cuerpo del otro, es decir por su goce distinto, tratando de llevarlo al más allá del principio del placer para hacer consistir al más allá del principio del placer, para hacer consistir un goce sin límites y sin freno, no es más que el sadismo enmascarado, en la función de la conciencia.
El campo de Otro eliminado en su goce peculiar es el campo de concentración nazi.
Dado que el ser parlante, por ser atravesado por el significante a perdido su esencia, ¿desaparecerá como humano por la búsqueda de lo esencial? ¿Nuestra esencia es la muerte?
SI nos reducimos a un puro goce autoerótico, en forma inmediata desaparecerá el Otro, con su diversidad pero también con su posibilidad de pulir la pulsión de muerte. Un mundo sin el Otro es un mundo que lleva a la muerte.
El psicoanálisis surgió en el mundo bajo el discurso de la ciencia. Se puede hacer ciencia sí se desexualizan los conocimientos. Pero subsumirse totalmente bajo la ciencia, es decir bajo el imperativo categórico, acarrea lo que Freud llamó “el malestar en la cultura”. La pregunta que se nos impone es como permitir un goce del inconsciente que no se manifieste exclusivamente como sintomático. ¿Qué otras posibilidades de normativización de la vida humana hay, vía el nombre del padre o el Edipo que no sean la neurosis o la perversión? Y si la neurosis es la búsqueda de la esencia perdida, de lo imposible, de una sexualidad plena de totalidad, impensable para el ser que habla y el inconsciente es un mito sobre la sexualidad imposible, si ya es una escena construida dolorosamente sobre un goce imposible ¿cómo hacer para que haya otros saberes que permitan gozar sin buscar esencias?
Admitir al Otro mundo es admitirlo en lo inconmensurable de su síntoma, de su diversidad de piel, de olor, de comida, de ritos y de mitos, de usos y costumbres.
Si bien no hay síntoma social y la miseria del mundo no se debe exclusivamente a la presencia del discurso capitalista, el intento de borrar al Otro florece en esta etapa nuevamente. El malestar en la cultura es propio del género humano. Ese malestar puede agigantarse o empequeñecerse.
BIBLIOGRAFÍA
Hannah Arendt Eichmann en Jerusalem Un estudio sobre la Banalidad del mal Editorial Lumen 1999