Antonio H. Cuervo
Cuando con Carlos decidimos presentar la revista en La Plata: ¿pensé qué voy a decir? Entonces empecé a tratar de construir un esquema de lo que diría.
Mi primera intención fue hacer un comentario de los textos que forman el contenido de la revista. Comence por los títulos de los artículos e intenté encontrar algunos puntos en común como el lenguaje, la sociedad, el sujeto…
Pero no me convencía realizar una presentación de ese modo, pues para qué hablar sobre los textos si ellos hablan por sí mismos. Además ustedes son los que van a realizar esa tarea, no tenía sentido, al menos para mí, hablar sobre otros escritos y convertirme en una especie de parásito editorial, especie de garrapata que podríamos, si se me permite, llamar garrapatas alfabeta.
Por lo tanto opté por guiarme por el título de la revista. Apareció impreso en mi mente la tapa de la revista. Mal estar. Psicoanálisis / cultura. Surge mi primer malestar, soy daltónico y los colores son mi calvario, pregunté de qué colores se trataban y me dijeron: verde petróleo y amarillo.
Mi molestia desapareció y me percaté que era el haber encontrado un nombre lo que había detenido mi mal humor. El lenguaje puso tope al malestar, a lo innominado. Quizás, me dije, pudiese avanzar por esta perspectiva, hacer una especie de alusión al texto freudiano y las relaciones con la cultura.
Nuevamente surgía en mi razonamiento la reproducción de otro texto para comprender lo que suponemos irracional. Me refiero a la terrible actualidad de El malestar en la cultura.
Estaba a punto de decir: “recomiendo su lectura”. Pensé quién soy para colocarme en un lugar de recomendar la lectura de un texto a otro sujeto. Soy, por lo menos, un lector que supone que los discursos no deben ser dogmas sino producir lo que Kant llamaba Ilustración (Aufklärung). Que no es sólo pedagogía sino que es poner la luz sobre algo, diríamos, enfocar.
Y así sin darme cuenta, inconscientemente, había encontrado lo que quería presentar, a saber, a mi mismo como lector, o mejor dicho como impulsor de lecturas. Una lectura es una actividad, diría Noé Jitrik, una operación que hace alguien con un texto para producir, para impulsar nuevos sentidos.
Sostener que uno trata de “impulsar nuevos sentidos” señala por un lado el impulso y, por otro lado, el trabajo con el lenguaje, es decir, la subjetividad y la cultura que nos atraviesa. Dicho de otra manera, buscar la denominación de los colores aunque no siempre los distinga.
A ustedes les toca ahora hacer suya la frase de Agustín con nuestra revista: Tolle! lege! (¡Toma y lee!)
Arturo H. Cuervo
La Plata, 26 de octubre de 2001